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Mostrando entradas de 2021

CAMINAR

  En mis paseos de los últimos días he encontrado mínimos cálices, brillos húmedos, explosiones de color, abismos sublimes, amenazas simbólicas, e incluso poemas visuales.   ¿Qué más se puede pedir?    

LEVE RUPTURA

Hay una rendija en el fluir de lo que acontece, de la propia vida, No existe para asomarse por ella ni para que nada ni nadie espíe lo que sucede. Es solo la posibilidad de detener, precisamente, el acontecer; de echar raíces en el transcurrir como si todo pudiera ser elegido y nada pudiera recibir la humedad del impalpable tiempo.   En ella puede uno intentar situarse mientras no pretenda que los sucesos sean otros que los que existen, que los que regala y arrebata la vida. Atisbar lo que por ella se rompe y lo que gracias a ella se puede construir es cargar la vida de intensidad, es arrebatarle el triste poder a la supervivencia.

CELEBRACIÓN SONORA

  Hace cincuenta años que murió Igor Stravinsky. Es una buena ocasión para celebrar una personalidad musical única que, como la de Picasso en las artes plásticas, representa o simboliza lo que supone el siglo XX en música, que, como el gran artista español, fue un exiliado tan voluntario como involuntario, y fue con sus obras varios artistas en una única persona. ¿Qué obra le representa más? ¿El mayor escándalo de la historia de la música (La Consagración de la Primavera, 1913) o la cumbre del neoclasicismo musical (The Rake’s Progress, 1951)? ¿La irónica Historia de un soldado (1917) o la solemnemente religiosa Sinfonía de los salmos (1930)? Su ingente cantidad y variedad de obras abarcan desde la inspiración directa en el folclore ruso o la música ortodoxa hasta la utilización del dodecafonismo y todo tipo de disonancias pasando por el neoclasicismo. Una obra multiforme, siempre compleja, que promueve la creatividad en el alcance de sus límites y tira del oyente hacia lo infi

TRÁNSITO

    Un día de estos se cruza en mi camino lo que después descubro que es un escarabajo aceitero, y mi mente se retrotrae a unos años atrás, cuando en la hoy lejana selva boliviana se cruzó en mi camino un insecto al que no sé dar nombre. Son experiencias intensas que se unen en mí gracias a ese hondo azar que es la vida.   La ligereza de la intensidad me atraviesa. La vida se revela en los intensos colores de esos insectos que se cruzan en mis caminos, aunque el negro sea su real realidad. No hay conocimiento en ese sentir realidades posibles y en ese unir pasos tan diversos entre sí como la cotidianidad y la pasión.   Esos cuerpos bellos y temibles son emblema de lo que no se ve, de lo que se aparece, solo quizá porque los ojos mentales son capaces de inventar una vida posible que termina siendo la única vivida por cada caminante que desea, por cada humano ciego y clarividente que quiere hacer suyo el mundo sin caer en la cuenta de que es él quien pertenece al mundo, a su caminar sin

Y MEDIO...

    Comenzaré sin más preámbulos diciendo que he vuelto a ver 8½ (Otto e mezzo), dirigida por Federico Fellini en 1963, y que puedo afirmar sin rubor que se ha quedado vieja.   Si el amable lector desea continuar leyendo descubrirá lo que contiene una afirmación como esa en estos tiempos y lugares que nos recorren sin horizonte, en una planicie confusa llena de montículos virtuales que no resultan atractivos para ser escalados.   La gran película de Fellini se ha quedado vieja como lo está, por poner un ejemplo señero, la obra de Caravaggio, con una presencia tan fulgurante y potente que el tiempo y el cambio transcurridos desde su creación, la de Caravaggio y la de Fellini, no permiten digerir como obras que afirman y transgreden sus propios momentos y convocan un clasicismo que no buscaron.   Hay obras, como las que estoy, precisamente, convocando aquí, que nos permiten afirmar que el progreso es solo una entelequia interesada, una falacia que pretende enfrentarse a la muerte como s

"SYNDROM"

    El jefe se le quedaba mirando, su mirada cambiaba, se volvía directa pero parecía no mirarle, estaba escrutando algo en su interior. No era la primera vez, el diálogo se cortaba en esos momentos y el vacío producido por la falta de mirada generaba una especie de globo de incomunicación insoportable para quien estaba ante el jefe.   Ricardo, el jefe, tenía el síndrome de McFarlain. ¿Y quién se ocupaba de que Enrique, el empleado, tuviera el síndrome de Inhibición Alternativa, el que no le permitía atender cualquier cosa que no hubiera sido planteada por su mente antes de que se le comunicara?   ***   Desde que hace décadas, allá por los años treinta del presente siglo, fueron catalogadas, y reunidas en el BADAGUA (Banco de Datos Genético Universal Autogenerativo), casi todas las personalidades posibles de quienes nacen en cualquier parte del mundo; desde entonces, todo está bajo control y ningún proceso de comunicación entre humanos impide la productividad continua gracias a la CUS

A VECES

  He elegido una serie de fotografías tomadas el año pasado para componer un friso que pueda apelar a todas las experiencias ocurridas durante esos cientos de días y de las que no fue testigo la cámara. Con ellas he compuesto un recordatorio de posibilidades que fueron y que no fueron.   A veces la vida puede ser una ventana cegada o un nudo incomprensible, a veces una fascinante primavera o un callejón misterioso, y a veces un ritual temerario o un horizonte atractivo.   Otras veces la vida puede ser una explosión apasionante o un cielo enriquecedor. Y otras un mundo por descubrir o la constatación de un mito. Y aun otras una alfombra por tejer o una juventud que se pierde.