CUADRAGÉSIMA EMOCIÓN Yo he sido mis circunstancias, como le ocurre a cualquiera. El lugar de nacimiento, las características personales genéticas y aprendidas, la familia, la fortuna del entorno…. He jugado con ellas y ellas conmigo, como todo el mundo. Y he hecho algo más. Me he enfrentado a ellas; en muchos casos no he seguido sus indicaciones o los moldes que me proponían. He hecho cosas y tomado decisiones que iban en contra de mis circunstancias o me alejaban de ellas. Dedicarme a perder el tiempo ha sido quizá la más intensa de mis inadaptaciones. Unas veces perdiéndolo a ojos vista, otras perdiéndolo mientras lo ganaba en actividades que solo a mí interesaban en cada momento. Actividades improductivas, en el sentido económico, que he sentido como lo mejor que podía hacer y, en algunas ocasiones, como lo peor. Ocasiones en que sí que he perdido el tiempo, sin duda, cuando no he sabido salirme de él por
TRIGÉSIMO NOVENA EMOCIÓN Quizá me estás hablando a partir de lo que te cuento y creo que no sé entender tus palabras, o ni siquiera conozco la lengua en que te expresas… Tienes algo muy mío en ti que me robas y que yo no sé cómo recuperar. Estoy esforzándome por darte voz a través de mí, como si pudiera sembrar una pradera con la hierba que un día desapareció de ella y que yo no podré volver a ver crecer. Eres hoy una memoria que debo recrear para poderme enfrentar al acercamiento de la muerte, como si yo fuera capaz de convertir la vida en perfecta y completa. Eres el error que no pudo ser, aquel que da sentido a la voluntad de vivir de una manera equivocada y que no se puede evitar. Sin equivocación la voluntad hubiera sido tan débil que no existiría, como la flor que asoma demasiado pronto a una primavera que aún no ha llegado. Eres para que yo sea. Una nada posible. Un encuentro por inventar.