CUADRAGÉSIMO CUARTA EMOCIÓN Tú, como no has podido crecer, no puedes comprender lo que es la distancia de unas fuerzas inauditas que estaban maltrechas porque se situaban donde la vida no fluía. Exagero. La vida fluía aun en el miedo porque su fuerza era entonces inconmensurable. Hoy la fuerza de mi vida es mensurable, con todo lo que conlleva de bendito fracaso y potencia tranquila. En esto es maravilloso tenerte de interlocutor porque me permite explicarte lo que alcanzarías a comprender si tu vida existiera en tus manos y la empujaras con la inevitabilidad de la pasión que yo he sufrido y celebrado. La vida es inelegible, no así la muerte, pero eso no evita su celebración, el pararse a recordar que, si la fortuna no nos es excesivamente adversa, hay momentos cotidianos y momentos únicos que la convierten en una bola de fuego que calienta agradablemente y no se puede tener quieta para que no queme, para que no se apague. Me he adelantado y retrasado, Raúl, dejándome llevar