Cada quien busca su lugar, o lo encuentra. Cada quien necesita un lugar al que dirigirse, un lugar en el que refugiarse, un lugar al que volver. Cada quien tiene su lugar en sus orígenes y desea encontrar su lugar cerca o lejos de aquellos. A lo largo de la vida aparece o se escabulle el lugar, nunca definitivo, que deseamos. Y se van acumulando en nuestros sentimientos los lugares a los que les dimos nombre aunque ya lo tuvieran. Les dimos un nombre nuestro, ese que no se escribe con mayúscula y que lo es todo para cada uno de nosotros, o lo fue, o lo será en el recuerdo. Todos tenemos nuestro lugar bajo el cielo porque él nos acoge y nos zarandea con sus cambiantes inclemencias. Todos encontramos el lugar en la tierra porque nuestras pisadas, con voluntad o con deseo o sin conciencia, lo marcan indeleblemente. Todos miramos el mar como si pudiera acogernos, como si algún misterio de la vida se ocultara bajo esa superficie que niega nuestras pisadas. ...