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Mostrando entradas de agosto, 2015

LA EXCEPCIÓN. LA POESÍA

El mundo sigue girando hagamos lo que hagamos, decidamos lo que decidamos, pensemos lo que pensemos y sintamos lo que sintamos. El único enfrentamiento posible a esa inexorabilidad (la que nos podría llevar a fabricar dioses inexistentes o a abandonar cualquier posibilidad de cambio) es algo que hemos inventado los humanos, o que nos ha venido dado por nuestro permanente enfrentamiento y delectación ante la naturaleza: la poesía. Y la poesía es creación recreativa en palabra, por supuesto, pero también asoma como recreación gracias a las posibilidades que proporcionan otras artes. En esa línea hoy quiero mostrar dos ejemplos de otras artes llenos de una poesía inabarcable y de una temporalidad atemporal propia de un poema. *** Cuánto placer supone constatar que todavía está viva la habilidad y la capacidad de comunicación, saber y palpar que continúan existiendo películas que son alternativas a lo acostumbrado. Solo el título de la que quiero referirme aquí ya es u

DESAPARICIONES

Hay un botón en el alcorque de la acacia que sobrevive orgullosa en el cruce de la avenida Tumba Muerto (nadie utiliza desde hace años el nombre del prócer que la denomina oficialmente), la que corta la ciudad de norte a sur, con la estrecha calle Mersa que desciende hasta el mar, hasta desembocar justo en el lugar en que comienza a alzarse el antiguo espigón del puerto que hizo que la ciudad creciera y se desparramara como una marea viva destructora a su pesar y tenaz en su avance imparable. Un pequeño botón blanco con sus hilos desfibrados, restos quebrados de su antigua pertenencia a una camisa de hombre o una blusa de mujer, a la ropa de una joven o de un adulto, de un niño o de una anciana. Un deshecho tan evocador como improductivo justo frente a la puerta de la antigua panadería que regentaba Doña Emilia, la mujer de Segundo, el pescador desaparecido cuando la juventud de ambos no les permitía ver la realidad que les esperaba. El botón con sus hilos cargados de

VIAJE A LA INDIA DE UNA MUJER (MI HIJA)

De ella, con ella, he aprendido, o más bien recordado, que hay regiones en el mundo, como la India, en las que los humanos viven de una forma diferente a la que parece es la forma globalizada en que todos estamos inmersos. Allí todo es emocional, incluso la racionalidad. Los indios, sean de la religión que sean, y sea para una ayuda o para un timo, apelan   a la emoción, nunca a ningún orden u ordenación, de la misma forma que en las calles de cualquier ciudad, sin aceras, se mezclan humanos, animales y vehículos de cualquier tipo sin seguir lo que en Europa y en muchas otras partes del mundo denominamos orden. Ellos viven la vida según viene y, a tenor de ello, no dejan de moverse continuamente. Son muy activos y emprendedores en paralelo a su creencia básica en Dios. No se cuestionan la vida como no se cuestionan la existencia de Dios, pertenezcan a la religión que pertenezcan. El caos es su territorio, un caos lleno de vida y, por tanto, de muerte, en el que todo y todos tie