El mundo de lo cómico, de lo divertido, de lo burlesco, de la chanza, la bulla y la fiesta nos acompaña desde ese momento indefinible en que empezamos a ser humanos. Ha tenido y tiene muchas formas, ha sido y es perseguido como cualquier manifestación liberadora del desorden humano frente al orden social del tipo que sea. Hoy el carnaval es un resto de lo que fue una alternativa a la vida ordenada y trascendente de las sociedades religiosas de Occidente. Y me gusta añadir para lo que quiero contar aquí que, en la vida cotidiana, fuera de momentos del año reservados para el desenfreno, apareció en el siglo XIX una forma de espectáculo cercana al teatro que se adaptaba bien a los inicios de las sociedades laicas que comenzaron a desarrollarse en Europa, una forma que se denominó cabaret, o sea, taberna en su original francés. Aunque herederas del carnaval y del cabaret, las drag queens actuales me parecen a mí una pobre expresión contemporánea de la ambigüedad tradicional del u...