Su reino no es el reino de lo probable, sino el de lo posible. Es decir, el reino del alma. Gustavo Martín Garzo Se acerca uno a la tela pintada y aun así siente el espacio, la ilusión, la doblez de la apariencia y la convocatoria de la realidad. El conjunto de la obra pide distancia para abarcarla y para poder ilusionar con el espacio aparente, esa perspectiva aérea, ese aire pintado, tan consistente como inconsistente, que las grandes obras pictóricas del siglo XVII nos regalaron. Pero a la par, la obra pide cercanía, perder de vista su conjunto y empaparse en el detalle para descubrir que no existe, que, como en el sueño, el detalle y el conjunto son una y la misma cosa, forman una unidad inexplicable y muy viva cuyo atractivo atrapa nuestro inconsciente y promueve nuestra capacidad de transformar la mirada en visión. ¿Se puede retratar el tiempo? Si acaso no fuera así, al menos se puede retratar su atmósfera, al igual que han hecho grandes pint...