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Mostrando entradas de enero, 2016

¿CRECE LA INSENSIBILIDAD?

Lo sensible humano se podría definir como la relación que tiene nuestra realidad con el mundo, con los demás seres vivos, con los de nuestra especie, con las realidades pretendidamente inanimadas, con el aire que nos mantiene vivos, la tierra que nos sustenta y el agua que nos alimenta. Hasta aquí lo sensible se revela como una categoría que tenemos en común con el resto de seres vivos. Pero en nuestro caso, el humano, parece haber además algo especial, nuestra mente, esa materia que es capaz, a través del lenguaje, de dar forma a cualquier realidad posible hasta el punto de reinventarla o aparentar que es capaz de crear nuevas realidades. Transformamos lo sensible en sensibilidad gracias a nuestra mente, a la capacidad de simbolización que el lenguaje y la escritura nos ofrecen, y a esa incesante capacidad constructiva (y destructiva) que poseemos y que ha cambiado la faz de la Tierra. Y la sensibilidad, anclada en lo sensible, se desarrolla en nuestra mente sin dar la esp

SUEÑO PLANO EN PROFUNDIDAD (José Hernández)

Su reino no es el reino de lo probable, sino el de lo posible. Es decir, el reino del alma.   Gustavo Martín Garzo   Se acerca uno a la tela pintada y aun así siente el espacio, la ilusión, la doblez de la apariencia y la convocatoria de la realidad. El conjunto de la obra pide distancia para abarcarla y para poder ilusionar con el espacio aparente, esa perspectiva aérea, ese aire pintado, tan consistente como inconsistente, que las grandes obras pictóricas del siglo XVII nos regalaron. Pero a la par, la obra pide cercanía, perder de vista su conjunto y empaparse en el detalle para descubrir que no existe, que, como en el sueño, el detalle y el conjunto son una y la misma cosa, forman una unidad inexplicable y muy viva cuyo atractivo atrapa nuestro inconsciente y promueve nuestra capacidad de transformar la mirada en visión. ¿Se puede retratar el tiempo? Si acaso no fuera así, al menos se puede retratar su atmósfera, al igual que han hecho grandes pintores como Velá

UN GRAN CAMBIO

Cinco años no es ni mucho ni poco tiempo. En la infancia, tan corta e intensa, puede ser un gran período. En la juventud, tan apasionada e inaferrable, puede ser un intenso período. En la madurez, tan alargada e indescriptible, puede ser un soplo. En la vejez, tan pausada e indefinible, puede ser toda una vida. ¿Y en la historia del mundo? Hay momentos en que solo cinco años pueden equivaler, por su intensidad, a lo que otros momentos necesitan décadas para poder dejar huella. Un solo ejemplo, terrible, bastará para constatar lo que comento: los cinco años atroces transcurridos entre 1940 y 1945. Pero no quiero centrarme en atrocidades sino en cambios que han marcado nuestra historia, tan intensos como el citado pero nada destructivos, más bien todo lo contrario. Entre 1905 y 1910 se producen en el arte, o los artistas generan en esos años, un cúmulo de novedades creativas que parece inasumible, tanto como para haber marcado durante décadas buena parte de lo que el arte pos

EL OCASO, LA AURORA

  Por muy hermoso que pueda ser un atardecer en Praga, en el Río de la Plata o en el Sahara, el amanecer nos espera como una puerta abierta a cualquier posibilidad que podamos inventar, sirviéndole de alternativa. Su belleza se encuentra en su potencialidad luminosa y en el ofrecimiento que nos hace de seguir caminando, incluso aunque solo sea en círculo. Y nuestro deseo de luz no se produce para que quede iluminado algo que pertenece al pasado, como en la imagen hoy irrepetible, que ha sido aniquilado cumpliendo el afán destructivo que caracteriza hoy las sociedades humanas y que pretende sustituir el afán de renovación que caracteriza nuestros mejores momentos.  ¿Cómo diferenciar la aurora del ocaso? Solo podemos hacerlo gracias a nuestra disposición a vivir o a descansar, a olvidar, a recordar y a renovar la vida en su constante cambio y en su permanencia inestable, la que proporciona esos momentos de felicidad que dan sentido al recorrido circular

AFORISMOS DEL RECUERDO

*** El ruidoso encuentro pareció ser la señal para convertir los sueños en recuerdos. *** Tanto eliges, tanto renuncias. Tanto recuerdas, tanto mueres.   *** Enviar un recordatorio es aceptar que la memoria no tiene recuerdo de sí misma. *** Hamlet profetiza el recuerdo. Otelo lo asesina. *** Dímelo al oído, no quiero recordarlo. *** No somos otra cosa que recuerdo, quizá porque nuestra vida se desarrolla entre dos hechos que tienen mucho que ver con la memoria. No sabemos recordar nuestro nacimiento y será imposible recordar nuestra muerte.