En una ocasión festiva, la del cambio de año, las celebraciones que supongo tienen que ver con el hecho de seguir vivos y con las posibilidades que eso comporta, me aportaron un regalo doble que llevo disfrutando desde entonces y sobre el que me gustaría escribir lo mejor que pueda y sepa para estar a la altura de quien me lo hizo y de lo que el propio regalo significa. Dos autores, Shakespeare y Chejov, cumbres de la literatura y el teatro en sus respectivas lenguas, son los padres originales de las obras que se ocultaban tras el generoso regalo: Sueño de una noche de verano y Eugenio Oneguin. Pero el regalo, la creatividad humana y la genialidad de algunos autores regala, a su vez, algo que no supera, aunque sí transforma sin mermarlas, las obras a las que me refiero. Los autores últimos de lo que me fue regalado son Benjamin Britten y Piotr Ilich Chaikovski, ellos son quienes pusieron en música esas obras geniales sin restarles nada de su maravilla originaria sino trasmuta...