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EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (54)

      QUINCUAGÉSIMO TERCERA EMOCIÓN Quiero pensar que antes de que se iniciara esta situación de eternidad innoble se notaba en mí que la realidad, lo que se suele llamar así, me resultaba un poco estrecha y demasiado ajustada. Hoy, a pesar de lo que sucede, sigo considerando que la realidad es o puede ser algo no tan evidente como podría dar a entender su propia apariencia. Y no me refiero a que la realidad pueda ser subjetiva, que lo es, sino a que la realidad es algo más que su evidencia (y por supuesto mucho más que los que pretendían sacar partido económico de ella decían que era). La realidad es más ancha y profunda que plana y recta, adopta muchas formas y es más plástica que lo que se puede constatar observándola y viviéndola rutinariamente.     Pero sobre todo es mucho más (y creo que hoy más que nunca podemos afirmarlo) que lo que vemos, pensamos y sentimos habitualmente. En cada momento y lugar solo somos capaces de ver, oír, tocar, algunas de sus facetas, y creo que es buen
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EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (53)

    QUINCUAGÉSIMO SEGUNDA EMOCIÓN Hay preguntas que me he negado a hacerme desde que soy el que ahora soy o desde que el mundo se ha transformado en lo que ahora es; preguntas que rechazo categóricamente aunque aparezcan en mi mente, y una de ellas es por qué escribo, por qué doy cuenta de lo que me ocurre, de lo que creo que nos ocurre y de lo que supongo le ocurre al mundo.     Escribo como camino, sin fin y sin principio, hay algo en mí y en las circunstancias actuales del mundo que parecen obligarme a hacerlo, como si aún existiera la llamada del destino, negada en el ayer, pero muy presente en aquel transcurrir lleno de sentido hacia el sinsentido que era lo que fue y ha dejado de ser.     Todavía hay anuncios por las calles y las carreteras, aunque estén un tanto desvencijados aún se reconocen las sonrisas y los mundos que ofrecían para que un producto fuera rentable, fuera incluso universalmente sentido como necesitado y, por tanto, ineludible aunque ocultamente efímero. Todavía

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (52)

                                                                                                                  QUINCUAGÉSIMO PRIMERA EMOCIÓN  En estas circunstancias puedo recrear en mi cabeza mi mayor ensoñación, la que se corresponde con lo más imposible, aunque no sepa su causa: hacer el amor hablando, no con esas pocas frases que penden de la excitación, sino con frases que penden de la poesía, de la realización poética en la pasión.     Regálale tu piel a mi boca.     Canta con el gemido de la armonía.     Quiero desearte como si fueras de otra especie.     Me uno a ti sin que el pensamiento termine.     Me deshago como si fuera la corola de una flor seca...      ¿Y qué es hoy la comida? Una necesidad, un recuerdo de sabores del pasado que a veces recreo cuando encuentro algunos ingredientes que puedan ser compatibles y un fuego donde combinarlos… Anhelo de anhelos, quizá. Un mundo por recordar que hoy hay que inventar.     Si yo fuera mi compañía, o la de cualquier otro, tod

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (51)

    QUINCUAGÉSIMA EMOCIÓN Raúl, irremediablemente querido y no querido hijo, hoy sé, y en parte o en todo es gracias a ti, que la verdad era otra.     No era aquella, absoluta, por el boato invisible.     No era la sencilla del amor, por la confusión.     No era la tópica, la no mentira, por la ironía.     No era el aquelarre de las ideas, por la falta de sensación.     No era tocar, no era oler, por la civilización.     Era la otra, la escondida, por timidez de transparencia, por falta de voz.

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (50)

    CUADRAGÉSIMO NOVENA EMOCIÓN   Los momentos y lugares armónicos se nos aparecen conjunta o disgregadamente. Son espacios afectados por instantes o momentos que parecen convocar la magia. Son lugares de tiempo que niegan el propio tiempo y anulan distancias y extensión. Son tiempos que simulan un presente eterno que hacen volar al deseo y concretan las cualidades del espíritu.     Sin propósito hay:     Una piedra bajo el agua     Tu pelo floreciendo     El amansarse del viento     La canción callada del vuelo     El atisbo de un brillo     La llegada de una voz     El paso tenue     Asomarse     Intuir la pregunta     Aquietarse bajo el sol     Cambiar de brisa     Navegar en el pensamiento     Detener el poema     El rojo soñado     La leve evasión     Una línea expresiva     La suavidad de la contención     El decir en penumbra     La vida en las letras     El ritmo que penetra     Llegar sin inicio     Jugar a pensar     La creencia de ser

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (49)

    CUADRAGÉSIMO OCTAVA EMOCIÓN Si de algo puedo alegrarme hoy, en estas extrañas circunstancias, en este encuentro contigo que no lo es, Raúl, en esta transformación del mundo, de nuestro mundo, de lo humano; si encuentro algo que me alegra ahora, es que ese mundo, el nuestro, ya no esté definido por lo anecdótico. Las anécdotas antes de la pandemia habían llegado a ser la gran pandemia del pensamiento y la creatividad.     Casi no había novela, poema, película o noticia que no consistiera únicamente en ser una anécdota más o en desgranar un conjunto de anécdotas, a veces con la pretensión de ser otra cosa, algo “profundo” o “trascendente”, como ocurría antes de que el mundo se hubiera convertido en único, se hubiera aplanado en la formación o la aquiescencia de un único punto de vista y una única forma de vida, sumergida en un océano de anécdotas.     ¿Eran anecdóticos en sus obras Borges, John Ford, Canetti o Picasso, por citar solo unos escasos ejemplos de grandes creadores?     Me

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (48)

                                                         CUADRAGÉSIMO SÉPTIMA EMOCIÓN     Hoy sé que se ha hecho tarde, que la vida que quise vivir fue vivida y no alcanzada, y que el hoy me impide plantearme alcanzara o recrearla de nuevo.     Miro a mi alrededor en este momento, en la terraza de un café hoy gris que tuvo color, colores de vida y circunstancia; escribo sobre la mesa redonda que ya no espera ser manchada por lo que allí se pide, por las consumiciones que fueron anhelos sencillos o traducciones de grandes anhelos que movían la vida de cada quien, que encuadraban encuentros y desencuentros, que pausaban las rutinas o hacían rutinarias las pausas.     Un lugar para el que no se pensó el silencio que ahora me rodea, el que permite escuchar, entre el ruido del viento, el susurro del bolígrafo que delinea estas palabras.     Miro cuando llego a un pueblo, o a una ciudad, miro mientras lo atravieso o deambulo por sus calles. Veo lo que hoy es y me parece ver lo que fue. Conte