Ir al contenido principal

Entradas

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (87)

      OCTOGÉSIMO SEXTA EMOCIÓN      Todo es agua y ninguna de sus partes es la misma agua, aunque se cumpla que la corriente de un río siempre termine desembocando en un mar.     ¿Cómo es que lo siento, lo sé, de esa forma?     Me lo dicen mis pasos ni seguros ni inseguros, pasos de caminante que sabe no ir a ninguna parte, como el agua conoce que es siempre la misma, incluso bajo otras formas, las duras y las invisibles, las heladas y las cálidas hasta la extinción.     Todo es agua y nada lo es cuando sostiene los pies la tierra, cuando el observarla hace olvidar la humedad, cuando la piedra llama a convertirse en lecho del agua, un destino por el que clamó antes de que existiera la vida, antes de que la humedad, incluso la desértica, fuera la placenta de la vida, fuera madre y padre que se adaptan a cualquier forma que la contenga, que pesan con su responsabilidad y amagan con su vocación de evaporarse, que permiten la exist...
Entradas recientes

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (86)

OCTOGÉSIMO QUINTA EMOCIÓN     PÉRDIDA     Te fuiste con tanto ruido Que no fui capaz de oírte     En el alma se me quedó una palabra por decir Y ahora es ella quien me tortura     Al levantarme, al escuchar el silencio Tengo algo para ti que no sé entregarte Que tú no deseas y que yo invento cada día Entre el ruido de la palabra que no sé decir     Echarte de menos es poca cosa Desearte es demasiado cotidiano  Huir de mí es tan fácil que lo hago cada minuto     Tus enseñanzas terminaron cuando el ruido cesó Las mías no existen Y el tiempo me reclama un orden Que sé que no sé hacer realidad     Te fuiste con tanto ruido Que el silencio, desde entonces, no sabe existir     ¿DÓNDE?     Tanto vacío Es alegría encarnada Sin ella no hay brisa Sin hueco no hay lugar     En el fondo No queremos Aunque el deseo Marque el caminar     El plural que empleo Es el anhelo de estar juntos ...

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (85)

                                                                                                                                                                      OCTOGÉSIMO CUARTA EMOCIÓN     Y ahora, no-padre, te entrego esto que escribí cuando por fin supe que tu incomprensión estaba teñida de una falta de vida que solo dañaba la tuya:     SIN GÉNERO     ¿Quién sabe más de la vida, el ángel o la esfinge? El ángel parece dominar la muerte, la esfinge parece olvidar q...

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (84)

      OCTOGÉSIMO TERCERA EMOCIÓN   Cada quien busca su lugar, o lo encuentra. Cada quien necesita un lugar al que dirigirse, un lugar en el que refugiarse, un lugar al que volver. Cada quien tiene su lugar en sus orígenes y desea encontrar su lugar cerca o lejos de aquellos. A lo largo de la vida aparece o se escabulle el lugar, nunca definitivo, que deseamos. Y se van acumulando en nuestros sentimientos los lugares a los que les dimos nombre aunque ya lo tuvieran. Les dimos un nombre nuestro, ese que no se escribe con mayúscula y que lo es todo para cada uno de nosotros, o lo fue, o lo será en el recuerdo.     Todos tenemos nuestro lugar bajo el cielo porque él nos acoge y nos zarandea con sus cambiantes inclemencias.     Todos encontramos el lugar en la tierra porque nuestras pisadas, con voluntad o con deseo o sin conciencia, lo marcan indeleblemente.     Todos miramos el mar como si pudiera acogernos, como si algún misterio de la vid...

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (83)

    OCTOGÉSIMO SEGUNDA EMOCIÓN   Ahora, más que siempre Ella, la búsqueda, me dice Hace ya mucho tiempo que voy contigo ¿Cómo es que sigues indagando? Me encontraste Me reconociste Y aún continuas buscando     Sé quién eres Sigo en mi camino Mientras me acompañas No aparentas conocerme     Tu paso es seguro Yo te enseñé a caminar Fui feliz cuando Tu mirada habló     Mi cojera es permanente Desde que no supe Reconocerte     Nunca has dejado de caminar Nunca el olvido te hizo sabio Quise darte tranquilidad     En mi mirada había anhelo En mi ceguera no sabía encontrarte     Yo nunca te he abandonado Tú siempre seguiste adelante     ¿Por qué no me cortaste las alas? ¿Cuándo decidiste callar?     Hoy hablo No finjas Modera tu pasión Sé lo que quisiste Acrecienta el sentir Calla y detente Reconoce

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (82)

    OCTOGÉSIMO PRIMERA EMOCIÓN   Un día, al atardecer, me senté frente al mar. En la playa no quedaba nadie. El sol rozaba el horizonte rocoso que quedaba a la izquierda. Las leves olas, cuya espuma blanquísima se acercaba hacia mí, parecían entregarme la calma del agua. Su lento sucederse acariciaba los oídos y columpiaba los ojos encharcados en azules verdosos.     Semejante a las olas, que van y vienen, que se acercan y alejan, la imaginación tiene dos facetas. En una de ellas, la más evidente, como el flujo de una ola, la imaginación produce imágenes, lugares, personas y tiempos que aparentan situarse lejos de la realidad personal, que aparentan ser un invento basado en otras realidades. En la otra, la menos visible, como el reflujo de una ola, la imaginación empuja a la mente hacia los más profundos lugares de nuestro estar, hacia los recuerdos que parecen sueños, hacia los sueños que son deseos, dándoles razón y sentido hasta el punto de parecer que se inv...

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (81)

     OCTOGÉSIMA EMOCIÓN   ¿Te acuerdas de cuando nos pillaste a Luis y a mí muy juntos, aunque sin haber podido ver nada que pudiera herir tu liberalidad ética? Sé y supe entonces que solo nuestras expresiones forzadas al entrar tú en mi habitación te darían la pista de que nos traíamos algo entre manos, de que algo ocultábamos, algo que no eran planes de adolescentes siniestros o divertidos, sino algo muy nuestro, algo que estaba situado en nuestro estar juntos.     Te voy a contar la historia de nuestra incomodidad cuando tú entraste. Voy a traducir lo que ocurrió, lo que nos ocurrió, a un lenguaje y una forma que tú puedas comprender.     Desde que Luis y yo nos conocimos no paramos de hablar el uno con el otro. Fue tan natural como mirarnos a los ojos con confianza. Hablábamos y hablábamos. Del colegio, de los compañeros, de los profesores, de los padres, siempre sin plan previo, siempre con una naturalidad que estrechaba nuestra relación cada...