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Mostrando entradas de septiembre, 2023

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (20)

    DECIMONOVENA EMOCIÓN     Nuestra única verdad, la de cada uno de nosotros, esa que encontramos cuando dirigimos nuestra mirada ciega hacia el interior de nosotros mismos, es que estamos, no somos. Y nuestra alma en construcción se queja de esa verdad aunque no podamos hacer nada por ella, por el alma en crecimiento, salvo, evidentemente, ofrecerle nuestro relato.     El único ser que somos mientras estamos es el relato propio, el que nos contamos a nosotros mismos a medida que olvidamos lo sucedido en cada poro de nuestra piel durante cada momento de lo vivido. Somos en el imaginado relato que, mientras estamos, narra las aventuras vividas por otro con nuestro nombre.     No queremos saber que no podremos poner la palabra fin cuando el relato termine, aunque podamos imaginar una serie de finales que adornan, sin dilucidarlas, las aventuras y desventuras que componen el relato que no podemos narrar a nadie, que solo es escuchado por la voz incierta que nos habita y que parece jugar

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (19)

    DECIMOCTAVA EMOCIÓN Demasiada poca edad y demasiada mucha como para que llegara a mi vida el arte hecho sonido y recreación del pasado que mira al futuro.     En mi familia, por una de esas casualidades nada casuales que suceden en todas las familias (los antepasados, la guerra, la muerte, el amor, los recuerdos…) siempre se había recordado la cabalgata de las mujeres diosas que daban a luz el consuelo eterno puesto que no podían ni ¿querían? parir.     Aquella caja grande llena de discos, abstracta en su diseño, fue adquirida con emoción contenida. Y contenía la puerta de una apuesta vital que se me abrió al leer-escuchar aquello que yo creía trataba de dioses, pero era una apuesta trascendente de narrar a los hombres.     Leí, escuché, algo que me pareció hablaba de mí y del mundo que yo habitaba o hubiera deseado habitar de la forma imperfecta en que el mundo se habita y de la forma imperfecta que se puede desear habitar. Algo, puesto que eran música y palabras inextricablemente

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (18)

    DECIMOSÉPTIMA EMOCIÓN Pasear por el campo cuando queda mucha vida por vivir es preparar, sin saberlo, el paseo por el campo cuando se ha vivido una vida, aunque nunca llegara ese nuevo paseo. El presente de la juventud siempre es recuerdo futuro, y puede ocurrir que nunca llegue la oportunidad de que se realice. Cuando se ha vivido una vida la falta de color en el paseo invernal es el color de lo natural, es pasado y presente, es primavera eterna, renovación fundamentada en la muerte, en su realidad.   Uno cree conocer una comarca variada en sí misma, plena de valles y llanuras que los unen amablemente, como favoreciendo el fluir de las aguas que convierten aquella comarca en la cuna de la variedad vegetal y del aprovechamiento amable de la tierra, lo mismo que las abejas producen allí una miel muy apreciada gracias a su vagar entre las aromáticas plantas que adornan los huecos que el humano parece querer dejar como tributo al bosque que él taló para convertir la tierra en