Dos de mis actividades favoritas son caminar y reflexionar. El ámbito de la reflexión es el jardín más hermoso que se pueda concebir, un jardín que tiene sus límites y su expansión en un bosque plagado de plantas espinosas. Hoy he podido caminar de nuevo y la reflexión me muestra la consciencia de que mi paseo es esta vez “consentido” y, en consecuencia, que mi libertad es inexistente.