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Mostrando las entradas etiquetadas como agua

MAPA

El mapa de Suecia me habla. Efecto de haber preparado un viaje que me llevó hasta una parte de aquel territorio fracturado por el agua y la roca en el que la intervención humana, quizá por el respeto que la naturaleza impone en aquella latitud pétrea y húmeda, se convierte en amabilidad y adaptación. Cuando miro un mapa desde entonces, termino a la orilla de alguno de aquellos lagos grandes y pequeños, conectados con el mar o desvinculados de la sal y el contacto con otros mundos. El mapa me dice siempre orilla, bosque, casa, madera, severidad, piedra, historia, presente, y me propone hablar una lengua que parece comprensible aunque no sepa nada de ella, aunque su estructura antigua y actual me resulte tan oscura como los túneles en los que afloraba el cobre que da color a las casas suecas y desde allí se expande al mundo con su terrosa alegría. Ese misterio sueco del mapa me produce un suave estremecimiento placentero que no conocía y que parece informarme de que por mis ve...

PEQUEÑO VIAJE GRANDE

  ¿Se puede resumir un viaje, una emoción, un estado, una vivencia, en una sola imagen? Se puede, claro, como casi todo cuando se pretende gozar de libertad. Aunque, de esa forma, también se pueda perder mucho es seguro que con una sola imagen queda subrayada la intensidad de viaje, emoción y estado gracias a la falta de eso tan actual que es la acumulación de cualquier noticia, sensación o producto hasta convertirlo en indiscernible. Esas minúsculas hojillas nuevas traspasadas por el sol representan la feracidad y bondad de unas tierras salvajes, trabajadas humanamente y bendecidas por un microclima que, en este glorioso abril, se encuentra en plenitud. Ellas quieren dejar constancia, con su luz íntima y nutritiva, de lo que un pequeño viaje por los valles del norte de Extremadura puede suponer para el viajero ávido de conocimiento y sensación que se encuentra desbordado por la belleza de la luz, el agua, la montaña, el trabajo y la huella de la Historia tant...

CAMINO DEL FIN DEL MUNDO

Camino del desierto marroquí, desde Marrakech, uno espera encontrar cómo el paisaje se va volviendo más seco, más inhabitable, menos verde, más duro. Pero viajar consiste en asumir sorpresas constantes y, una vez más, ese camino no es lo que uno espera aunque sí algo que quizá hubiera deseado. La tremenda presencia de los cercanos montes del Atlas alimentan caudalosos ríos que dan vida a múltiples valles y poblaciones llenos de bullicio y actividad humana que, desde hace milenios, han convertido aquella región en un lugar que transforma la dureza en vida. El camino hacia lo que uno pensaba que sería la nada es un todo atractivo, único, pleno e inolvidable.