No quiero salir ese día, no quiero ser el no ser a quien todo el mundo teme ridículamente una vez al año. No quiero seguir negando la negación en el tiempo de los vivos. Quiero no ser con la rotundidad de cuando reía, de cuando el tiempo era un enemigo inconcreto al que temer y agasajar. Estoy harto de conocer y utilizar la diferencia entre sentir y pensar. Quiero volver a la ofuscación de los vivos, esos entes que saben tocar y poco lo aprecian, que sienten lo que no piensan y no piensan lo que sienten. Me gustaría poder decirles que tras la muerte el no recuerdo imborrable los perseguirá con una parsimonia eterna que tiene forma de azar y que los volverá tan transparentes como insatisfecho me pienso hoy, en vísperas del obligado encuentro con ellos, con lo que no fui y con lo que en este hoy impalpable sé que me queda por ser.