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Mostrando entradas de abril, 2019

MIS DÍAS DEL LIBRO

Aunque no me gusta confesarme porque creo que la confesión es cosa de santurrones o criminales, y yo espero no llegar a ser ni lo uno ni lo otro, lo que ofrezco aquí supone para mí una auténtica confesión porque el tema afecta a mis fibras más íntimas. Hay que tener un poco de paciencia conmigo porque tocar este asunto es para mí como despertar al volcán de las palabras, así que lo que sigue va a ser un poco largo. Uno de los posibles destinos de cualquier buen libro es encontrar su momento y su lugar en lo que se refiere al lector que lo tiene entre sus manos. Hay libros nocturnos y diurnos, libros de montaña y de costa, libros viajeros y sedentarios, fríos y cálidos, insulares y continentales, libros que acarician y que provocan aspereza, libros para pensar y para reír, libros que arrebatan el tiempo y que lo hacen durar. Todas estas categorías y otras que no he citado no dependen de su contenido, de sus palabras, de la voluntad del autor, sino de la relación que entablan

PASEO REFLEXIVO

  Siempre es estimulante visitar Barcelona, una ciudad de interesante y peculiar personalidad que es una de las urbes más paseables que conozco. En los pasados días he repetido la experiencia y quiero destacar de ella la extraordinaria visita que ofrece hoy el antiguo Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Una obra modernista del arquitecto Lluís Domènech i Montaner que ha cumplido un siglo de existencia y que, junto a su decoración, tan atractiva como peculiar, regaló a la ciudad una forma hospitalaria revolucionaria para su época, una funcionalidad pensada para la curación de los pacientes y su bienestar que fue ejemplo de lo que una institución sanitaria pública podía ofrecer en su momento. Pasear por aquel recinto, entre sus pabellones especializados y sus jardines, y recorrer los subterráneos que los unían, permite apreciar lo que gran arquitectura y propósitos bien enfocados pueden ofrecer para la satisfacción de las necesida