¿Se
puede resumir un viaje, una emoción, un estado, una vivencia, en una
sola imagen? Se puede, claro, como casi todo cuando se pretende gozar de
libertad. Aunque, de esa forma, también se pueda perder mucho es seguro
que con una sola imagen queda subrayada la intensidad de viaje, emoción
y estado gracias a la falta de eso tan actual que es la acumulación de
cualquier noticia, sensación o producto hasta convertirlo en
indiscernible.
Esas minúsculas hojillas nuevas traspasadas por el sol representan la feracidad y bondad de unas tierras salvajes, trabajadas humanamente y bendecidas por un microclima que, en este glorioso abril, se encuentra en plenitud. Ellas quieren dejar constancia, con su luz íntima y nutritiva, de lo que un pequeño viaje por los valles del norte de Extremadura puede suponer para el viajero ávido de conocimiento y sensación que se encuentra desbordado por la belleza de la luz, el agua, la montaña, el trabajo y la huella de la Historia tanto natural como humana.
Y además, esa imagen posee una banda sonora que no puede ser oída y que parece incluso imposible ante la paz que parece respirar el verdor amarillento. El sonido que la acompaña es el del fragor rugiente del agua que descendía de las cumbres de Gredos en una abundancia que desbordaba la impasibilidad de las piedras y la pacífica ondulación de los bosques.
Las pequeñas hojas habían nacido pocos días antes en la ribera de la garganta del Diablo. Curioso nombre (tan repetido en muchos lugares ibéricos) para un sitio cuyo realista humanismo actual y pasado se debe al pueblo judío, como es el conjunto de pueblos, que el viajero tuvo la enorme fortuna de contemplar en flor, que dan vida y la aprovechan, de las comarcas del Jerte y La Vera.
Recuerdo ahora ese pequeño e intenso viaje mientras me encuentro agradable y apasionadamente sumido en la preparación de otro que quizá pudiera ser considerado grande pero cuya intensidad no necesariamente superará a la del que acaba de pasar. Lo que quizá sí pueda ocurrir en el próximo es que no admita que una sola imagen lo simbolice o lo reduzca ampliándolo. ¿Quién sabe?
Esas minúsculas hojillas nuevas traspasadas por el sol representan la feracidad y bondad de unas tierras salvajes, trabajadas humanamente y bendecidas por un microclima que, en este glorioso abril, se encuentra en plenitud. Ellas quieren dejar constancia, con su luz íntima y nutritiva, de lo que un pequeño viaje por los valles del norte de Extremadura puede suponer para el viajero ávido de conocimiento y sensación que se encuentra desbordado por la belleza de la luz, el agua, la montaña, el trabajo y la huella de la Historia tanto natural como humana.
Y además, esa imagen posee una banda sonora que no puede ser oída y que parece incluso imposible ante la paz que parece respirar el verdor amarillento. El sonido que la acompaña es el del fragor rugiente del agua que descendía de las cumbres de Gredos en una abundancia que desbordaba la impasibilidad de las piedras y la pacífica ondulación de los bosques.
Las pequeñas hojas habían nacido pocos días antes en la ribera de la garganta del Diablo. Curioso nombre (tan repetido en muchos lugares ibéricos) para un sitio cuyo realista humanismo actual y pasado se debe al pueblo judío, como es el conjunto de pueblos, que el viajero tuvo la enorme fortuna de contemplar en flor, que dan vida y la aprovechan, de las comarcas del Jerte y La Vera.
Recuerdo ahora ese pequeño e intenso viaje mientras me encuentro agradable y apasionadamente sumido en la preparación de otro que quizá pudiera ser considerado grande pero cuya intensidad no necesariamente superará a la del que acaba de pasar. Lo que quizá sí pueda ocurrir en el próximo es que no admita que una sola imagen lo simbolice o lo reduzca ampliándolo. ¿Quién sabe?
Eso es saber vivir...
ResponderEliminarMuchas gracias, Mark.
ResponderEliminarQue todos los viajes son viajes interiores ya está más que dicho. No vemos lugares, 'nos vemos' en lugares y así entiendo yo que esas nacientes hojitas son una promesa de todo lo que viene detrás. Al fin y al cabo en todos los mitos de héroe siempre hay un viaje a los infiernos (o Diablos en este caso ;-) ) después del cual se renace.
ResponderEliminarMiguel, bienvenido.
ResponderEliminarRenacido me quedo después de leer tu extraordinario comentario, que suscribo totalmente.
Gracias y saludos.
Se puede resumir una vida en instantes, y cada uno de ellos albergar el elixir de lo que nos abraza y da aire.
ResponderEliminarAire que mueve las hojas y alimenta las olas, aire que sopla y nos guía sin rumbo cuando queremos perder+nos y vamos hacia las cornisas.
Mi abrazo
Athenea, cada instante puede llegar a ser toda una vida, como bien dices. Solo poder atisbarlo da sentido a toda la vida.
ResponderEliminarSigamos al ritmo del aire...
Gracias y saludos.
Hace, precisamente, un año que estuve por allí: valle del Jerte. También tratando de formarme en lo que tu dices: "viajero ávido de conocimiento y sensación". Una maravilla, y un abrazo, 'trass....'.
ResponderEliminarBlas, me encanta compartir contigo ese viaje y el ser un "viajero ávido".
ResponderEliminarGracias y saludos.
Sentir un viaje como tu lo haces con esa profundidad, es extraordinario.
ResponderEliminarUn saludo Alfonso
Aurora, y poder compartirlo con la misma intensidad...
ResponderEliminarGracias y saludos.