He perdido muchas veces
mi habitual racionalidad paseando por estrechos callejones en pueblos y
ciudades, pequeñas calles que ocultan el secreto de su origen y no muestran que
exista un fin. Se puede intentar pertenecer a ellos mientras se camina para
poder descubrir su secreto o para llegar a la conclusión de que el secreto
mismo de la vida, de su permanencia y su inestabilidad se encuentra en la
inclinación u horizontalidad de su existencia, la que siempre da vueltas y
revueltas.
Los callejones y las
callejuelas son como ancianos juguetones que aparentan haber perdido la memoria
y conservan, en cambio, en cada grieta, atisbos de lo que fue, de lo que es y
de lo que será la propia vida y la que generamos entre todos, los que se asoman
a los callejones y los que prefieren negarlos, eso que es la auténtica vida, la
que formamos en conjunto por mucho que no paremos de despreciarnos; eso que una
mujer tradicional asomaba en su curiosidad a la ventana de la callejuela para
poder seguir respirando la vida de los demás con algo que es fácil denominar
malicia pero que está punteado, como unos ojos vivarachos, de las motas
bondadosas del polvo del camino, del afán de comunicación humana, del roce con
vecinos y conocidos por el puro placer de estar juntos, por el puro placer que
ocasiona la cercanía de la propia piel con las de otros.
Todo ello, nuestro afán
de estar juntos y repelernos, lo semeja muy bien la cercanía de unas paredes y
otras de las casas que viven en los callejones y callejuelas, la existencia de
los rincones y esquinas que rompen el caminar de quien se adentra por callejas
curiosas, antiguas, con vocación de desahucio y permanencia. Las pequeñas
calles, su anarquía creativa, muestran con humildad que los caminos siempre
están por hacer y que recorrerlos es un destino no escrito que favorece la
implicación del humano en su propia y paradójica existencia.
Fotografías tomadas en Perú, Portugal, Paraguay, Italia,
Uruguay, Holanda, España, Bolivia, Suiza, Suecia y República Checa.
Vaya pasada de fotografías, tras! me he sentido refrescar por ellas,como gotas de agua muy fría resbalando sobre mi rostro, lejos del calor y la monotonía que se respira aquí y me comunican lo que verdaderamente es la auténtica vida. Tu escrito me sugiere belleza, antigüedad, conservación y mucha humanidad. Te felicito por el partido que sacas de tus viajes.
ResponderEliminarUn saludo
Aurora, no sabes lo que me alegra que te hayas refrescado con las fotografías. Buscamos en los viajes alejarnos de los caminos trillados y dejar que los lugares nos descubran novedades que a veces no sabemos ver en lo que tenemos cerca. Viajar apasionadamente es una de las posibles felicidades que nos son dadas en la vida.
ResponderEliminarTus sugerencias em han parecido extraordinarias.
Gracias y saludos.
Da gusto perderse por esas calles, tras. Pasear por ellas sin prisa, disfrutando de los pequeños detalles. Algunas creo que las he recorrido, las más cercanas. Saludos.
ResponderEliminarSí, Mercedes, casi es necesario perderse por esas calles de Obidos, de Cascais, de Praga, de Roma, de Baeza...
ResponderEliminarGracias y saludos.
Me encantan las fotos como a todo el mundo. Esas casas y barrios sin firmas de arquitectos pero humanas y vivas, y si no mirad que plantas y ropa tendida. Y claro me gusta perderme también por los callejones y pensar lo que dices buscando esa imagen como las que retratas. Y mi pregunta es si yo podría vivir en esos callejones estrechos puesto que jamás he tenido la oportunidad. Para fotos si, pero me parecen imposibles para vivir yo. Aunque nunca se sabe. Mira donde estamos cuando eramos felices hace un rato en otra plataforma. Un abrazo
ResponderEliminarCarlos, bien dices que nunca se sabe. Es posible que vivir en ellos, en los que van quedando, dé una visión de la vida diferente. De hecho, recorrerlos da una visión de la vida muy diferente a la de los barrios nuevos y estandarizados de casi todas las ciudades del mundo.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Tras, he quedado maravillada de esas fotos, esas callejuelas que están en casi todos los pueblos y ciudades y que mucha gente no aprecia en su belleza.
ResponderEliminarA mí me gusta mucho callejear, huyo de las grandes avenidas y me adentro en las callejas, donde está la salsa de la vida.
Me encantan esos laberintos que forman, y que al doblar cada esquina puedas encontrarte una minúscula plazoleta, con cuatro árboles y un banco que aprovechan los enamorados para hacerse arrumacos o los paseantes para reposar los pies cansados...
Un beso.
Estrella
Excelente paseo fotográfico por "esas" calles tan peculiares !
ResponderEliminarUn abrazo
Estrella, me alegra mucho que hayas disfrutado de la sal de la vida tras cada rincón y esquina de las callejuelas que propongo. En ellas se une el disfrute y el trabajo con toda naturalidad.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Mark, me alegra que vengas a pasearte por estas callejuelas que propongo mientras ellas proponen vida, mucha vida.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Estimado Tras: maravilloso el recorrido por esas callejuelas, callejones y ciudades del mundo. A veces, cuando estamos paseando no nos damos cuenta de su belleza y de su historia. Un beso
ResponderEliminarSí, Agueda, es bueno detenerse un poco para poder disfrutar de cada rincón, aunque estemos de paso. Y hay infinitos rincones en el mundo que merece la pena disfrutar.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Hola, Tras.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo en tu afirmación sobre que "pierdes tu habitual racionalidad", muy al contrario, creo que al captar rincones perdidos te muestras inquieto y racional, meditas sobre la humanidad y sus formas de vida y desarrollo.
Me gustan las de Praga y las nórdicas.
Saludos
Bueno, Inma, las callejuelas piden un poco de locura y pasión para poder disfrutarlas mientras abren el camino de la reflexión.
ResponderEliminarNo me extraña que te gusten las que citas porque el centro y el norte de Europa está llena de esas pequeñas maravillas que provienen del pasado.
Gracias y saludos.
Ya solo te faltan algunos callejones de OLD DELHI! Tu vision de las callejuelas subyugadora, para esta perseguidora de las voces del pasado.
ResponderEliminarEstoy hoy leyendo a Zanon y creo que prefiero perderme en los callejones floridos, para dormir mejor.
Gracias y saludos
Sí, Igoa, justo esos me faltan, y buenas ganas tengo de recorrerlos. Me gusta mucho que persigas las voces del pasado. Te acompañaré.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Hola tras…aquí de visita, magnifico como siempre.
ResponderEliminarPrecisamente este verano he estado unos días en SOS del Rey Católico, uno de esos sitios que solo sales del casco antiguo por el camino más corto el día que te vas…
Saludos.
Comparto tu pasión por la fotografía, y la pasión también por viajar y sentirme también un poco calle, pared o piedra. Eres un artista, fotgrafía y texto maravillos.
ResponderEliminarEuro..., es un placer verte por aquí. Y Sos del Rey Católico es sin duda uno de esos lugares donde los callejones continúan inspirando.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Lita, es una gran alegría poder compartir contigo el sentirse calle, pared o piedra. Me alegra muchísimos que aprecies lo que ofrezco.
ResponderEliminarGracias y saludos.