Hace unos días leí con
tristeza la noticia de que los indígenas que viven en uno de los pueblos de la
costa norte panameña, perteneciente a la comarca de Guna Yala, se veían
obligados a abandonarlo debido a que el mar lo inundaba.
En Panamá existen cuatro
comarcas autónomas administradas por tres pueblos indígenas diferentes. En la
costa caribeña que linda con Colombia y en más de trescientas islas cercanas a
la misma se encuentra la comarca Guna Yala, territorio del pueblo Guna. La
mayoría de sus 35.000 habitantes están asentados de forma diseminada en una
pequeña parte de esas islas y viven de la pesca y el turismo.
Cuando hace algunos años
tuve la oportunidad de trabajar en Panamá también la tuve de visitar esa
comarca y a sus gentes. Allí se quedó prendida parte de mi capacidad de asombro
y disfrute de la vida, entre aquellos hombres y mujeres pequeños y fuertes,
amables y severos, sencillos e inundados de complejas tradiciones e intensos
colores; en las aguas límpidas de sus playas, bajo los cocoteros de sus islas
deshabitadas, mecido por el sonido de las pequeñas olas en que se convierte la
bravura del océano gracias a un arrecife natural que protege una conformación
orográfica libre de carreteras y otras ingerencias exteriores.
El cambio climático,
tenga la causa que tenga, está provocando que una parte de esas islas caribeñas,
que solo levantan su arena coralina unos palmos del agua, se vean inundadas
durante algunas temporadas del año, lo que puede a la larga obligar a todo el
pueblo Guna a trasladarse al continente, que es el lugar en el que ellos
entierran a sus muertos y no debería ser el lugar de los vivos según sus propias
costumbres.
Pero me gusta reflejar
aquí que las capacidades humanas son múltiples y contradictorias. Al otro lado
del Atlántico, mirando a miles de kilómetros hacia el Caribe, hay una
construcción reciente abierta a todo aquel que quiera acercarse hasta allí. Es
en Cascais, justo detrás de su marinero casco histórico y junto al parque que
el pueblo heredó del jardín de un magnate caprichoso que quiso vivir a
principios del siglo pasado mirando hacia el faro que vigila los confines del
Atlántico y el Tajo.
Hace pocos años la
pintora Paula Rego y el arquitecto Eduardo Souto de Mora crearon la Casa das
Histórias, una fundación que alberga la obra de la artista en un sencillo y
evocador edificio que respeta los árboles que existían en aquellos terrenos y
se integra con ellos para dar lugar a un espacio acogedor que sirve a la
contemplación artística pero también al paseo y al descanso o a la posibilidad
de tomar algo rodeado del curioso edificio, de sus formas simples y del verdor
que contrasta con el color de la construcción, cuya forma es un homenaje a su
vez al antiguo palacio de la cercana Sintra.
Quiero unir aquí un
lugar natural irrepetible y extraordinario, del que son expulsados sus
habitantes por los desajustes de la naturaleza y el humano, a un lugar en el
que el humano ha sabido crear un centro de acogida para cualquiera que se
acerque a él con reposo y anhelo de que la vida pueda ser vivida por todos de
una manera armónica y accesible.
Seguiré deseando lo
mejor para todos los habitantes de la Tierra, aunque sepa que es un deseo
imposible, que no puede haber una casa que soporte todos los climas y
costumbres de la diversidad del mundo. Nuestra casa es el propio mundo y saber
cuidar todos sus rincones es tarea que solo puede ser llevada a cabo por todos
y cada uno de quienes la habitamos, aún con la torpeza y falta de conocimiento
que nos caracteriza como conjunto.
Hola, amigo Trasin! Creo que voy a tener que leerte luego, con despacio, a la vuelta del trabajo.
ResponderEliminarY si me permites una preguntita. ?Como te permiten publicar un post tan largo y con tantas fotos?
Llevo dos dias queriendo publicar, como antes, y me sale un cartelito que el maximo total es de 200 caracteres...
Ya no se que hacer. Perdona la molestia y gracias por tu ayuda.
No sé, Igoa,yo no he tenido ningún problema. Mira a ver en la parte de diseño o configuración, hay muchas opciones y quizá tienes seleccionada esa sin querer.
ResponderEliminarPor otro lado, yo dejé un comentario en tu blog y veo que no aparece (más misterios informáticos).
Gracias y saludos.
Bien, ya estoy de vuelta. Esa foto tuya de las islas de Panama, que no conozco, me recuerda la isla de Providencia en el caribe colombiano donde tuve el placer de pasar un tiempo con unos amigos defensores acerrimos de la barrera de coral.
ResponderEliminarNo se como estaran ahora...
Estos edificios de la fundacion que tan sugestivamente nos presentas me han hecho pensar en grandes termiteros, al amparo de los arboles, organizados y productivos, con una logica perfecta.
UNA CASA? Yo desearia los mas disparatados entornos en armonia perfecta.
Eso del comentario voy a revisarlo. No se lo que pasa, sere yo la que complica las cosas por ignorancia y prisas.
Un abrazo
¿Cómo estará ahora Providencia? Buena pregunta,y más con ese nombre...
ResponderEliminarYa sabes que la lógica de los termiteros me seduce.
Y me quedo con esos disparados entornos en perfecta armonía, ahora vivimos disparatadamente sin armonía.
Gracias y saludos.
Tras, me uno a tu tristeza y a ese amor que sientes por la vida Caribeña en Panamá. La vida natural se muestra de modo diferente con cada pueblo, a unos los abandona o se los come y con otros se muestra más complaciente. Ley de vida que no deja por ello de ser injusta y triste.
ResponderEliminary y contradictoria.Yo solo espero que el hombre no sea así y que utilice más su inteligencia para ajustar y no para el desajuste.Me gusta el color teja en contraraste con el verde. Ese lugar natural irrepetible y extraordinario, ese lugar en donde son expulsados los hombres por la naturaleza, yo aplaudo por esa vida armónica y accesible creada por el hombre y me voy de tu casa con la alegría de que el humano también sabe hacer cosas buenas.
Un saludo tras.
Aurora, me alegra mucho que te unas a la tristeza por esas circunstancias en aquel maravilloso lugar porque sé que es de corazón, y me alegra también que sepas disfrutar de las cosas buenas del humano. Así seguimos, llenos de contradicciones.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Lo de las islas que van desapareciendo es algo que pasa casi desapercibido en los diarios, me consta que las Islas Maldivas están en peligro de desaparecer debido al cambio climático, que para algunos no existe, pero que es una realidad cada día más patente.
ResponderEliminarLa casa que nos muestras hace reconciliarse, por unos momentos, con el buen hacer del hombre.
Saludos
Inma, qué alegría verte por aquí.
ResponderEliminarIntentaremos reconciliarnos con nosotros mismos a base de las obras que proponen una buena vida para todos.
Gracias y saludos.
Tras: me alegra volver a leerte aunque sea en otro lugar. Lo humanos somos así de contradictorios y es una gran pena lo que ocurre en esas islas paradisíacas. Un besito
ResponderEliminarHola, Agueda. Qué alegría verte por aquí.
ResponderEliminarMenos mal que compensamos algo los desmanes con algunos lugares como la Casa Das Histórias.
Gracias y saludos.