Hoy quiero compartir
brevemente el recuerdo de unas tierras y unas aguas en los confines de
Inglaterra, lindando con Escocia. Unos lugares que sirven de retiro estival a
muchos británicos y que permiten vivir esos nuevos tiempos y espacios que son
la esencia del viaje, de cualquier viaje.
Entre los antiguos muros de Adriano y Antonino
Pio que se convirtieron, pasado el tiempo del Imperio Romano para el que
sirvieron de límite frente a los pueblos pictos, en símbolo del límite a su vez
de las duras tierras norteñas, está enclavado el condado de Cumbria cuya
capital, Carlisle, es buen ejemplo de tantas pequeñas y poderosas ciudades
británicas cargadas de historia y de un presente muy activo. Entre Carlisle y
Lancaster, hermoso exponente vivo de las férreas tradiciones inglesas y de sus
civilizadas consecuencias, se encuentra Kendal, la pequeña ciudad de la que
parten las rutas que recorren el parque natural del Distrito de los Lagos.
Pasear por la orilla del río Kent al pie de las ruinas del castillo de Kendal,
junto a casas georgianas y victorianas, es una espléndida forma de prepararse
para los paseos que ofrecen, hacia el Norte, las abundantes aguas atrapadas
entre montes.
En esa encantadora ciudad se pueden coger
cómodos autobuses hacia los numerosos lagos que dan nombre al distrito. A poca
distancia se encuentra el lago Windermere, el más grande y profundo, lo que da
a sus aguas un color especial, un color que me voy a atrever a llamar inglés.
Merece la pena recorrerlo en barco, observar las suaves montañas que lo rodean
y sentirse invadido por la paz que destilan las casas construidas en sus
orillas. Windermere, con su grandeza, es el umbral del resto de extensiones de
agua de todos los tamaños y las formas que, repartidas por todo el distrito
esperan a quien, como hacen muchos británicos, quiera dedicar tiempo a los
senderos que desde hace siglos recorren los caminantes autóctonos y foráneos
que cumplen esa vocación tan inglesa del viaje.
Los nombres de los lagos ya los hacen
atractivos, pero además llegar hasta ellos, caminar por sus orillas o navegar
sobre sus oscuras y pacíficas aguas son experiencias que no serán fáciles de
olvidar, que recrean la posibilidad de un diálogo amable con la naturaleza que
algunos lugares del mundo, como éste, parecen favorecer. Entre inclinadas
praderas habitadas por la obtusa felicidad de las ovejas se ofrecen, con
evidente paciencia y tranquilidad, los embarcaderos de Ullswater, los profundos
bosques junto al largo y estrecho Thirlmere, la sencillez de los cottages junto
a Grasmere, entre los que se encuentra el que habitó el poeta Wordsworth,
enterrado muy cerca, junto a la curiosa iglesia medieval de St. Oswald y una
minúscula y antigua tienda que vende unas galletas de jengibre famosas en el
distrito. Y si se llega hasta Derwent Water se podrá palpar la cercanía de las
tierras escocesas gracias a las verdes y peladas colinas que lo rodean, en las
que un silencio ancestral parece convocar una paz muy necesaria y muchas veces
olvidada.
Aquí dejo esta pacífica invitación que convoca
a conocer y caminar una comarca húmeda y extrañamente acogedora, uno de esos
lujos de la naturaleza que el humano ha transformado un poco sin taparlos con
su afán allanador y transformador de todo lo que no domina. Un extraño rincón
cuyo atractivo siempre está por descubrir.
Es verdad, se siente esa sensación de humedad, quizás por el verde que rodea al agua, y la atmósfera. La famosa campiña inglesa que invita a pasear y escuchar la naturaleza.
ResponderEliminarHa sido un placer venir al llamado del agua que también retrato esta vez, pero diferente por tratarse de ese Mare tan Nostrun y "seco" porque las nubes van de paso casi siempre. Lo mejor es la paz, que siento de empezar un nuevo blog esperando que sea el definitio y saludarte por fin un rato. Buen fin de semana y hasta pronto.
Un verdadero paseo por el Norte....
ResponderEliminarSaludos
Las humedades del agua despiertan todos nuestros sentidos y aun más a través de esos verdores que despiden tantos olores y que parece como si rezaran ante su evidencia. Tu escrito respira ese equilibrio, ritmo y paz que solo la naturaleza nos sabe dar.
ResponderEliminarGracias por traernos a Kendal y sus atractivos lagos mediante tu peculiar modo de expresarte y también por tu generosa invitación.
Un saludo
Carlos, y es un placer para mi verte acercarte hasta aquí y hasta esas humedades tan benéficas desde el "Mare tan Nostrum".
ResponderEliminarLa paz, sin lugar a dudas, es la mayor aspiración de casi todos.
Gracias y saludos.
Mark, el Norte nos espera para pasear, tiene y ofrece un ritmo suave y especial.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Aurora, es muy hermoso lo que comentas: los verdores que rezan ante la evidencia de la humedad...
ResponderEliminarEs cierto que solo la naturaleza posee una capacidad de invitación especial que le es propia.
Gracias y saludos.
Tras: debe ser un viaje maravilloso..poder disfrutar visitando el Parque Nacional del Distrito de Los Lagos..o visitar Cumbria que dicen que es una de las zonas más bonitas de Gran Bretaña. Un besito
ResponderEliminarCreo que la fotografía expresa muy bien el contenido cuasi-poético de tu entrada. Un rincón, sí, y si lo tomamos como uno de los lugares menos explorados de nuestro entorno más rincón todavía.
ResponderEliminarSi los disfrutaste, ya es bastante. Salut.
Sí, Agueda, Cumbria es un lugar, o lugares, inolvidable, con una mezcla única de amabilidad y rudeza de la naturaleza, acompañada por la curiosa forma de estar en el mundo de los británicos.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Sí, sí, Blas un rincón para disfrutar y soñar un poco con la cercana Escocia y la posibilidad de sentirse retirado del mundo.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Condado de Cumbria, Kendal...lagos...
ResponderEliminarEl paisaje que nos traes podria ser "mi tierra adorada": agua, arboles, silencio.
Voy a cerrar los ojos e internarme por esos senderos hasta el Thirlmere. Me siento a la orilla y espero una senal. Aguardo.
Por aqui los ingleses, demolidos por la nostalgia, construyeron lagos y cottages por todas las estaciones de montana.
Saludos
Igoa, podemos quedar a la orilla del Thirlmere, bajo los árboles, y esperar una señal que quizá no llegue nunca pero... ¿qué mejor sitio para hacerlo?
ResponderEliminarDebe ser impresionante y aleccionador ver allí, en las montañas, los restos de la nostalgia británica.
Gracias y saludos.
Una rica evocación que haces, que te permite a través de la palabra, trasladarnos a esos rincones que aún mantienen su esencia de paz natural, de quietud inconmovible al fragor de la vida. La fotografía capta como a propósito, el ingreso a un sereno mundo, de naturaleza con belleza propia, aguas claras y quizás profundas albergando vidas todavía, arboles, verdor, quizás también adornadas de color y aromas de flor y por qué no, avecillas disfrutando de la creación, como en una obra de arte... que afortunadamente es realidad.
ResponderEliminarUn abrazo, Tras.
Y tú, pensador, enriqueces mi propuesta con tu sereno y hermoso comentario. Sí, también hay flores y aves en esa realidad húmeda tan llena de belleza como de misterio suave. Un lugar de retiro que invita a volver a él y a perderse en los sencillos y evocadores detalles que ofrece.
ResponderEliminarGracias y saludos.