Uno camina acompañado
por entre maravillosas obras de arte de muy diverso signo, momento, lugar de
nacimiento de su autor, intenciones y materiales, gozando sin duda ante tanta
maestría y sugerencia.
De pronto, ante una de
ellas, casi sin tiempo para contemplarla, se le desata la lengua a uno y la
persona con la que pasea entre tanto arte calla porque lo conoce, pero también
porque mis palabras están llenas del sentido de lo que auténticamente siento y pienso
sin pretender imponérselo a nadie.
Una obra de Picasso es
la culpable del desatarse de la emoción y la lengua de uno, de un Picasso que
ya contaba con 83 años de creatividad y que seguramente era incapaz de
sospechar y comprender que le quedaban diez años de vida que recrear aún. En
esa obra, puro dibujo al óleo que seguramente haría en unos minutos, encuentra
uno que está toda una vida creativa tan intensa como lo fue la del genio
hispano, pero además se ve la gran pintura del barroco y un trasfondo, como una
sombra luminosa, en el que se intuye el arte clásico del Mediterráneo antiguo.
En unos pocos trazos de pincel, rápidos y geniales, aparece el arte sin
paliativos y la magnificencia del anciano que parece saberlo todo sin ninguna
pretensión, alguien que sabe elevar la limitación humana a enclave de lo
pasado, de lo presente y de lo futuro que nunca deja de crecer y mermar como
cualquier bosque o pedregal del mundo, como cualquier vida aparentemente
inanimada o animada sin paliativos, como es la humana, llena de una capacidad
de simbolización que le permite ser creativo y apreciar la creatividad de otros
como signo de vida viva.
Y toda esa sabiduría se
encuentra en la naturalidad del trazo, en la composición rebuscada que parece
surgir mágicamente, en la referencia insólita, en la mínima utilización del
color, en el respeto al blanco del fondo, en la materialidad de lo plano
perforado por la sustancialidad del dibujo que representa y es ausencia de toda
medida.
Reconocer una obra de
arte en una pequeña acumulación de materiales corrientes es una experiencia
única que proporciona una brillante forma a la vida.
A veces miramos pero no vemos ... Otras, incluso viendo... De nada sirve si no sentimos y nos deslizamos por esos trazos ...
ResponderEliminarDanzando al compás de una melodía que da alma a cada instante que nuestros sentidos aglutinan y ...damos forma , damos ...sentido a cada día de esta vida.
Mi abrazo de luz ✴
Difícil tarea de honestidad nos propones, hermano. Y tú mismo concluyes que es una experiencia única. Yo no la he tenido. Tendré que aprender.
ResponderEliminarUn abrazo, 'trasssssss....'.
Athenea, me quedo danzando en tu comentario, tan lleno de unas aperturas y cierres que mecen las posibilidades.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Bueno, Blas, como creo que tu homestidad está probada, te será fácil "aprender".
ResponderEliminarGracias y saludos.
Es que a mi Picasso no me llega al alma. Pero he tenido el gozo de poder experimentar emociones indescriptibles con otros artistas.
ResponderEliminarGracias y saludos
Creo que soy un poco plana para el arte, quizá porque no entiendo demasiado y me gustaría entender.
ResponderEliminarEs verdad que veo obras que, sin saber el motivo, me entran más directamente que otras, pero no sabría decir que es porque son buenas. Hay obras maestras, según los entendidos, que a mí no me dicen nada.
Pero me ha gustado cómo has contado el cuadro, me has hecho mirarlo con otros ojos.
Un abrazo.
"Experiencia única". Con eso me vale porque mi experiencia vital todavía no ha llegado a esta fase del arte y en este caso de la pintura. Ni siquiera cuando la fotografía se sale de lo clásico alcanzo a ver mas de lo que hay.
ResponderEliminarBueno, Igoa, qué le vamos a hacer. Lo importante es , sin duda, saber disfrutar del arte a través de quien consideramos que se acerca a nuestra sensibilidad (o viceversa).
ResponderEliminarGracias y saludos.
Estrella, sin duda lo importante es poder disfrutar de las obras de arte que nos resulten cercanas. Si alguien como yo ha valido para que te acerques a una obra como esa, para mi es una gran alegría.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Carlos, lo clásico muchas veces te abre el camino hacia otras formas, como le ocurrió a Picasso.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Me ha impresionado mucho el cuadro de picasso que nos presentas. Y he disfrutado mucho por ese camino de luz de tus letras
ResponderEliminarUn saludo Alfonso
Aurora, tu iluminas el camino y me gusta que lo recorramos juntos viendo alguna obra de arte.
ResponderEliminarGracias y saludos.
La línea es el elemento básico del dibujo, la primera manifestación artística del ser humano, trazo inicial de los niños. La línea de Picasso era pura maestría, qué bien la entendió, qué bien la aplicó, en ella, en ese trazo, no hay vuelta atrás, se encierra y late todo su arte, toda su genialidad. Como la manera de contarnos todo esto que nos cuentas en torno a ese cuadro cuando se te desata la lengua. Magnífica y sencilla explicación o aclaración sobre el arte, amigo Alfonso. Agradecido siempre de leerte...
ResponderEliminarUn abrazo.
Teo.
Y yo siempre agradecido (aunque tarde), querido amigo Teo, a tu decir de amigo y de sabio. Muchísimas gracias de nuevo y un abrazo.
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