EPÍLOGO II
Hoy, en este mundo sin muerte ni anhelo en que la libertad ya es solo recuerdo, me permito reflexionar sobre ella como si fuera una realidad posible.
La libertad es un bien complejo al que se accede con pausa, aunque hay veces que es el resultado de saltos sorprendentes.
¿Uno es libre cuando se enamora? La atadura a la otra persona es lo contrario de la libertad, pero esa misma atadura genera una plenitud que es libertad de acción y sensación incomparable con cualquier otra experiencia subjetiva.
Uno siempre es libre cuando dice no, aunque la propia libertad cuestione la causa de la propia negación.
¿Será uno libre cuando dice sí? Hay tantas formas de afirmación que la libertad solo se encuentra entre los entresijos que aparecen entre unas y otras.
La libertad es una llamada a la acción, a la equivocación, a la asunción de la pasión y a la apertura a la reflexión, siempre en convivencia, siempre en camino de búsqueda de lo que podría ser respuesta y no es más que actualización de antiguas preguntas.
Convocarla es vida.
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