El arte, a fin de cuentas, no sirve para nada. (…)
Pero sin eso no hay absolutamente nada. El arte es lo único que te aproxima a
la realidad y te hace conocerla. Sin arte la realidad no tiene estructura ni sentido.
Arturo Ripstein
Siempre
es cuanto menos agradable y expansivo el hecho de visitar una exposición
artística. A partir de esa sensación hay grados de disfrute y reflexión según
se nos aparezcan las obras presentadas y se produzca la predisposición del
visitante a dejarse invadir por la propuesta sin estorbos personales ni
predeterminaciones de juicio, ya sean a favor o en contra de lo que la obra
ofrece y supone como realidad alternativa a lo que se suele denominar lo real.
Algunas,
pocas, de las exposiciones posibles, en escasas ocasiones, parecen salirse de
lo que puede ser el amplio abanico de las sensaciones y las reflexiones que el
arte plantea ante el mundo y ante los sentidos de cada visitante. En raras
ocasiones la visita a una exposición supone toda una experiencia vital, y eso
sucede en el caso de la exposición de obras de Munch que se puede visitar
actualmente en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.
Hay
color y hay dibujo en los cuadros y grabados que el visitante degusta a lo
largo del recorrido expositivo, muy bien estructurado por temas en cada sala,
pero al poco tiempo de estar ante los colores y líneas del pintor noruego, el
observador se encuentra invadido por un impulso o un aliento que, partiendo de
la mano del artista y de su mente inquieta y expresiva, llega a lo más sensible
de la mente del espectador y lo moldea de una forma plástica hasta conseguir de
esa sensibilidad que se sienta afectada profundamente y que se enfrente a su propia
posibilidad de sentir lo más intenso y lo más difícilmente reconocible como
propio, aquello que roza los límites de lo pensado en cuanto sentido, de lo
soñado como pesadilla o como ideal, de lo rozado como sensación o como
acercamiento a la muerte.
Hay
algo indefinible, que no es otra cosa que el arte del propio Edvard Munch, en
sus cuadros multicolores hasta límites extremos ya sean sombríos o vitalistas,
en sus grabados cuajados de amor y angustia, en sus formas sinuosas llevadas al
límite de la expresividad, algo que supone un ofrecimiento de sensación extrema
que nace para no dejar indiferente a nadie, para superar la forma del tiempo y
el espacio que le tocó vivir al artista. Un algo trasmutado en arte, o que
gracias al arte se revela, que se hace universal e intrínsecamente humano, algo
que beneficia al gozoso observador que se ve comprometido ante la experiencia
inevitable de implicarse en unas formas y colores que saben hablar el lenguaje
de la intimidad más extrema, fuera de las modas y las reglas del modelo de
sociedad en que cada uno esté implicado sin saltarse nada de la realidad que
cada quien palpa y vive en su momento y su lugar.
Una
experiencia para disfrutar y continuar la vida sin olvidar su inevitable
inclinación hacia la muerte.
No conozco mucho al pintor, salvo el cuadro de "el grito" que me impacta cada vez que lo veo, no porque me guste especialmente, sino porque me da ls sensación de la soledad más absoluta, angustia, desesperación... me siento muchas veces retratada en ese grito.
ResponderEliminarMe gustaría ver la exposición y encontrarle todo eso que describes en tu post.
Sí, Estrella, El Grito es un símbolo de la condición del humano enfrentado a sí mismo. Y la obra de Munch es en su conjunto algo muy especial y personal en la que nos podemos ver retratados de una forma dura y maravillosa.
ResponderEliminarGracias y saludos.
No conocia a Munch, pero tras tu lectura me han entrado ganas de conocerlo.
ResponderEliminarUn saludo
Aurora, me alegra mucho que lo hayas conocido a través de mí. Su obra permanece dentro de quien se acerque a ella.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Suerte, suerte la que tenemos contigo! Que esplendida,prolija, acertada y sentida critica de esta exposicion de Munch. Gracias.
ResponderEliminarSeria un regalo maravilloso que la prolongaran hasta mayo...
Animo y suerte para este 2016, por el momento, incierto.
Un abrazo
Igoa ¿no me digas que vas a venir a Madrid para mayo? Ya me contarás...
ResponderEliminarLa obra de Munch merece apreciarla y disfrutarla, ofrece mucho.
Ojalá que el 2016 nos sea propicio.
Gracias y saludos.
Sin duda, amigo 'tras...', si alguien sabe hablar (expresarse) "fuera de las modas y las reglas del modelo de sociedad", ese es Munch, aunque hay muchos otros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es, Blas, y menos mal que hay algunos otros.
ResponderEliminarGracias, saludos y buen viaje.
Munch es Munch , o sea, irrepetible. Pero qué manera tan delicada e inteligente de acercarnos a él con este escrito en torno a aquella exposición, Alfonso. Su grito yo creo que lo hemos dado todos alguna vez y algunos lo seguimos dando de vez en cuando; aunque hay más, mucho más Munch que esa genial obra. Excelente retrato. Se te agradece.
ResponderEliminarUn abrazo.