Hay algunas cuestiones o decisiones para las que uno
no se puede dejar llevar por lo accesorio y que parecen requerir centrarse en
lo importante. La simpatía o antipatía que provoca una persona, el color con el
que se viste, su forma de hablar o el buen o mal empleo de la retórica en su
discurso, se convierten en accesorios cuando se trata de tomar algunas
decisiones como es la de elegirle para que dirija el gobierno que se va a
ocupar del buen o mal funcionamiento de la cosa pública en los próximos años. Incluso
puede ser accesorio quién sea en concreto esa persona.
Vamos a intentar centrarnos en lo importante. Quizá
lo importante se encuentre más en que sus propuestas y las de la organización
que lidera beneficien a la mayoría de los ciudadanos a los que va a representar
y sobre los que va a ejercer un poder que tiene la capacidad de encuadrar sus
vidas en un contexto que las favorezca o les impida un desarrollo individual y
grupal abierto a nuevas posibilidades.
En algunos casos, en lo que se refiere a los
partidos elegibles el próximo domingo, contamos, además de con lo que proponen,
con la experiencia de haber soportado o gozado sus prácticas de gobierno
durante períodos de tiempo suficientemente dilatados como para saber qué
podemos esperar de ellos y de la adecuación de sus palabras y sus realidades.
En las décadas de democracia que llevamos hemos
tenido mejores y peores gobiernos que, según quien los valore, pueden ser de un
partido o de otro de los dos que nos ha tocado sufrir y gozar desde el último e
infausto intento de golpe de estado de tantos que ha sufrido la vida pública
ibérica.
Cada quien hará su valoración de cómo uno u otro
partido gobernante han favorecido o desfavorecido la vida de la mayoría de los
ciudadanos a quienes se deben en estas décadas pasadas. Y esa valoración es sin
duda importante.
Y también es importante saber lo que ha ocurrido los
últimos cuatro años, cómo esa legislatura se ha caracterizado por algo propio y
peculiar. Nunca, en las décadas pasadas, había habido una acción de gobierno, con
sus aciertos y desaciertos, que se pudiera caracterizar por un enfoque
práctico, no necesariamente de intención, que siempre ha tenido un punto en común,
como el que ha habido en los pasados cuatro años.
Ese enfoque práctico de gobierno al que me estoy
refiriendo es sencillo de explicar e indigerible en una democracia. Todas y
cada una de las acciones emprendidas y de las leyes promovidas por el gobierno
en los últimos cuatro años no han favorecido a las tres cuartas partes de la
población, es decir, a todos y cada uno de los ciudadanos que ingresan menos de
tres mil euros al mes. Y a una parte mayoritaria de esa mayoría no solo no le
ha favorecido sino que le ha restado sus ingresos, disminuido sus derechos
efectivos y frenado sus posibilidades de desarrollo individual y grupal.
Cuando las acciones de un gobierno provocan los
efectos que he comentado sobre la mayor parte de los ciudadanos dependiendo de
sus ingresos, ese gobierno muestra y demuestra que no actúa en base a una ideología
ni a un proyecto político y económico que pretenda favorecer el desarrollo,
sino que sigue los dictados de los intereses de una minoría poderosa a la que
pretende empoderar aún más. Cuando un gobierno actúa de esa forma, emplee las
palabras que emplee para justificarlo, y aunque incluso no haya previsto un
plan para que la cosa pública funcione de esa forma desigual e injusta, es un
gobierno que no representa a la mayoría ni pretende hacerlo, sino que se
convierte entonces en el enemigo de la mayoría de los ciudadanos, le hayan
votado o no. A esa mayoría de ciudadanos no les queda ahora, cuanto menos,
ninguna otra posibilidad que la de no votar en ningún caso a su enemigo.
Me temo, querido 'tras...', que los enemigos son todos. Mienten, mienten, mienten,.....
ResponderEliminarBueno, bueno, Blas, aunque veo por dónde vas y lo comparto, el único que ha demostrado con hechos que es claramente nuestro enemigo es el gobierno actual.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Nunca he dudado tanto a quien votar pero tengo muy claro a quien no y ese es el PP
ResponderEliminarMuy acertado tu escrito que tambien yo comparto
Un saludo Alfonso
No puedo estar mas de acuerdo. El enemigo a batir está claro. Y votar tampoco es casarse para toda la vida. Es solo votar por cuatro años y seguir luchando para que vean donde está el pueblo. Mientras no haya castigo a traidores habrá que botarlos en cuanto se columpien.
ResponderEliminarAurora, me encanta compartir ideas contigo. Seguro que tu decisión final sirve para favorecer a la mayoría.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Carlos, es muy importante lo que recuerdas: la importancia del pueblo y que cada cuatro años podemos seguir cambiando.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Pues mucha gente en este país, se acuesta con el enemigo... seguro que lo comprobaremos el día 20.
ResponderEliminarMisterios de la vida, que te estén dando por el c... y que sigas poniéndolo.
Precisamente ayer hablando con alguien sobre este mismo tema me dijo esta frase que da vueltas en mi cabeza:
ResponderEliminar"La política es un disfraz (...) hay que elegir lo menos malo, ideas innovadoras que den un vuelco con el tiempo"
Y ahí en esas considersciones que nacen de lo general de una frase y nos llevan a sentir conforme a lo que somos y sentimos nace la esencia de lo que queremos ser ... Y por ello debemos de luchar, por encontrar el disfraz que nos haga sentir agusto con nosotros mismos y con lo/s que nos rodea-n
Mi abrazo
Sí, Estrella, parece mentira que muchos se acuesten con el enemigo. Veremos qué pasa el domingo... y después.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Athenea, habrá que seguir buscando el disfraz más adecuado y no tener miedo a cambiarlo si se apolilla o, simplemente, por renovación.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Excelente exposición. Al final, como dijo Goebbels: "Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad"....
ResponderEliminarSaludos
Te leo este lunes negro, bueno, GRIS, debieramos calificarlo. Mejor pensar que ya no tienen la mayoria, y, por tanto, no podran seguir con sus leyes aberrantes por decreto.
ResponderEliminarCierto que el oficio de "politico" es mentir con garbo, como dice Blas...sin embargo unos mas que otros. Tenemos la experiencia reciente!
Veremos como terminan los PACTOS.
SALUDOS
Sí, Mark, aguantamos muchas mentiras, parece que algunos las tragan con normalidad pero, por los resultados de las elecciones se ve que otros intentan que la cosa cambie.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Sí, Igoa, lo mejor es pensar que ya no tienen la mayoría que tantos disgustos nos ha proporcionado a la mayoría de ciudadanos. Vamos a ver si los pactos cuentan con nosotros, los ciudadanos, ese sería el gran cambio.
ResponderEliminarGracias y saludos.