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DESAPARICIONES









Hay un botón en el alcorque de la acacia que sobrevive orgullosa en el cruce de la avenida Tumba Muerto (nadie utiliza desde hace años el nombre del prócer que la denomina oficialmente), la que corta la ciudad de norte a sur, con la estrecha calle Mersa que desciende hasta el mar, hasta desembocar justo en el lugar en que comienza a alzarse el antiguo espigón del puerto que hizo que la ciudad creciera y se desparramara como una marea viva destructora a su pesar y tenaz en su avance imparable.
Un pequeño botón blanco con sus hilos desfibrados, restos quebrados de su antigua pertenencia a una camisa de hombre o una blusa de mujer, a la ropa de una joven o de un adulto, de un niño o de una anciana. Un deshecho tan evocador como improductivo justo frente a la puerta de la antigua panadería que regentaba Doña Emilia, la mujer de Segundo, el pescador desaparecido cuando la juventud de ambos no les permitía ver la realidad que les esperaba.
El botón con sus hilos cargados de melancolía es testigo de la desaparición de la panadería, la heredera de la desaparición del pescador que hizo desaparecer el amor en Doña Emilia y que, ahora, tras su desaparición, va a provocar la aparición en la antigua esquina de un moderno negocio que necesita la aparición, a su vez, de un vado que provocará la desaparición de la orgullosa acacia.
Liberto, el viejo jardinero que compraba el pan en la antigua panadería, recogerá el botón que había perdido su nieto el día anterior, y que las brumas de sus ojos no sabrán esconderle, sin saber el destino de la acacia que él mismo plantó antes de que Doña Emilia se convirtiera en panadera a su pesar, antes de que la esquina que ella animó con los aromas que sabía extraer de las harinas para hacerle la competencia al que para ella era el agrio aroma del mar, pierda el sentido que la propia acacia, el amor perdido de la mujer, el aroma de los bollos y la permanencia del tiempo desteñido y recobrado le proporcionaron y hoy le arrebatan como parte del remolino del cambio que, en todas las esquinas, se detiene un momento, ciego y sordo, sin olfato y dispuesto a arrebatar lo que la permanencia del recuerdo desea aferrar frente al viento que pasa y azota.

Comentarios

  1. "Desaparecido cuando la juventud de ambos no les permitía ver la realidad que les esperaba"
    Es el resumen de una historia, de una vida.
    No podemos ver, sino intuir o creer en un futuro potencial.
    Nos queda escoger entre pasado y presente . y muchas veces nos quedamos con lo que fue no con lo que es.
    A veces desaparecemos, excepto para aquel que sabe ver...

    Un abraz❇

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  2. Sí, Athenea, a veces algunas vidas se resumen en un solo hecho. Podría no ser así y sería bueno que no lo fuera, sobre todo si el hecho es negativo.

    Y sí, no desaparezcamos, intentemos saber ver aunque nunca lo consigamos.

    Gracias y saludos.

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  3. Esto debe de ser un fragmento más largo. Estas trabajando en algo?.

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  4. Esto debe de ser un fragmento más largo. Estas trabajando en algo?.

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  5. Blas, es verdad que estoy trabajando en algo, pero este pequeño relato es independiente de ello.

    Gracias y saludos.

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  6. Hermosa flor, que no la derriben, ella es conocedora de todas las desapariciones!
    Me encantó tu relato y me alegra que andes trabajando en un proyecto nuevo.

    ( Tu libro " LOS DIOSES EN PARÍS" me está gustando mucho.

    Un saludo Alfonso.

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  7. Aurora, qué alegría volver a verte por aquí.

    Para mí significa algo muy especial que disfrutes con Los dioses en París.

    Gracias y saludos.

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