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Mostrando entradas de agosto, 2019

¿ME ESPERABA?

En la víspera de visitar el Taj Mahal (hoy justo hace un año) la suave presencia en Agra del coloso en la lejanía se imponía con su potencia icónica a los pasos que recorrían la ciudad con una curiosidad muy bien adaptada a la anarquía del lugar. Y aparecieron el antiguo fuerte, el río Yamuna, el más sagrado tras el Ganges, que venía muerto de Delhi y lo ocultaba con su bella grisura, el casco antiguo, expresión de un terremoto permanente de vida y miseria, y el “pequeño Taj”, de nuevo junto al río, rutilante, exquisito, como varado en una permanencia ancestral subrayada por los búfalos pastoreados en pleno centro de la ciudad. Toda una vida en vísperas, todo un juego vital y mortal al que asistí como espectador y participante, todo un privilegio que se desarrolló en unas pocas horas, con unas luces cambiantes que parecían existir para iluminar aquello a lo que accedí como si pudiera comprender el mundo, sin digerirlo, concentrado en un pe

ALTURAS

El mundo está lleno de lugares señalados en altura por las culturas humanas. Son claramente lugares del anhelo en todas sus facetas. La dominación planea sobre ellos, la pretendida dominación del territorio por parte de los humanos y esa inclinación a acercarse al cielo que se cimenta en la curiosidad, lo que parece ser una de nuestras principales características. Muchos de esos lugares fueron defensivos o/y sagrados. Sus construcciones valoran la altura que existía a ntes de ellas y la subrayan con su presencia, como homenajeando lo natural o pretendiendo superarlo. A veces las alturas se inclinan ante otras más emergentes, y en otras ocasiones presumen de su preeminencia como si pudieran ser imbatibles. Hoy se han transformado en lugares de culto del turismo ciego, esa actividad que nada aprende del pasado y nada siembra para el futuro. Se están convirtiendo en sepulcros blanqueados, en corales muertos que recuerdan la belleza vital que poseyeron y ofrecieron sin