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Entradas

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (84)

      OCTOGÉSIMO TERCERA EMOCIÓN   Cada quien busca su lugar, o lo encuentra. Cada quien necesita un lugar al que dirigirse, un lugar en el que refugiarse, un lugar al que volver. Cada quien tiene su lugar en sus orígenes y desea encontrar su lugar cerca o lejos de aquellos. A lo largo de la vida aparece o se escabulle el lugar, nunca definitivo, que deseamos. Y se van acumulando en nuestros sentimientos los lugares a los que les dimos nombre aunque ya lo tuvieran. Les dimos un nombre nuestro, ese que no se escribe con mayúscula y que lo es todo para cada uno de nosotros, o lo fue, o lo será en el recuerdo.     Todos tenemos nuestro lugar bajo el cielo porque él nos acoge y nos zarandea con sus cambiantes inclemencias.     Todos encontramos el lugar en la tierra porque nuestras pisadas, con voluntad o con deseo o sin conciencia, lo marcan indeleblemente.     Todos miramos el mar como si pudiera acogernos, como si algún misterio de la vid...
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EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (83)

    OCTOGÉSIMO SEGUNDA EMOCIÓN   Ahora, más que siempre Ella, la búsqueda, me dice Hace ya mucho tiempo que voy contigo ¿Cómo es que sigues indagando? Me encontraste Me reconociste Y aún continuas buscando     Sé quién eres Sigo en mi camino Mientras me acompañas No aparentas conocerme     Tu paso es seguro Yo te enseñé a caminar Fui feliz cuando Tu mirada habló     Mi cojera es permanente Desde que no supe Reconocerte     Nunca has dejado de caminar Nunca el olvido te hizo sabio Quise darte tranquilidad     En mi mirada había anhelo En mi ceguera no sabía encontrarte     Yo nunca te he abandonado Tú siempre seguiste adelante     ¿Por qué no me cortaste las alas? ¿Cuándo decidiste callar?     Hoy hablo No finjas Modera tu pasión Sé lo que quisiste Acrecienta el sentir Calla y detente Reconoce

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (82)

    OCTOGÉSIMO PRIMERA EMOCIÓN   Un día, al atardecer, me senté frente al mar. En la playa no quedaba nadie. El sol rozaba el horizonte rocoso que quedaba a la izquierda. Las leves olas, cuya espuma blanquísima se acercaba hacia mí, parecían entregarme la calma del agua. Su lento sucederse acariciaba los oídos y columpiaba los ojos encharcados en azules verdosos.     Semejante a las olas, que van y vienen, que se acercan y alejan, la imaginación tiene dos facetas. En una de ellas, la más evidente, como el flujo de una ola, la imaginación produce imágenes, lugares, personas y tiempos que aparentan situarse lejos de la realidad personal, que aparentan ser un invento basado en otras realidades. En la otra, la menos visible, como el reflujo de una ola, la imaginación empuja a la mente hacia los más profundos lugares de nuestro estar, hacia los recuerdos que parecen sueños, hacia los sueños que son deseos, dándoles razón y sentido hasta el punto de parecer que se inv...

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (81)

     OCTOGÉSIMA EMOCIÓN   ¿Te acuerdas de cuando nos pillaste a Luis y a mí muy juntos, aunque sin haber podido ver nada que pudiera herir tu liberalidad ética? Sé y supe entonces que solo nuestras expresiones forzadas al entrar tú en mi habitación te darían la pista de que nos traíamos algo entre manos, de que algo ocultábamos, algo que no eran planes de adolescentes siniestros o divertidos, sino algo muy nuestro, algo que estaba situado en nuestro estar juntos.     Te voy a contar la historia de nuestra incomodidad cuando tú entraste. Voy a traducir lo que ocurrió, lo que nos ocurrió, a un lenguaje y una forma que tú puedas comprender.     Desde que Luis y yo nos conocimos no paramos de hablar el uno con el otro. Fue tan natural como mirarnos a los ojos con confianza. Hablábamos y hablábamos. Del colegio, de los compañeros, de los profesores, de los padres, siempre sin plan previo, siempre con una naturalidad que estrechaba nuestra relación cada...

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (80)

    SEPTUAGÉSIMO NOVENA EMOCIÓN   Ya nada está en su sitio, ni siquiera las plantas y los montes, los mares y los lagos, ni mucho menos las pasiones animales y humanas.     Lo primero carece de evidencia, lo segundo parece evidente.     ¿Es el desbordarse del deseo y la carencia un movimiento voluntario? Parece que no fuera así aunque los animales humanos nos empeñemos en ordenar la vida con el fin de que la pasión no profundice y aclare el camino hacia la muerte.     ¿Y qué decir, por no poder sentir, de la quietud de montes y plantas, sobre todo de las plantas que son montes, los árboles? Su cambio constante es inapreciable para nuestros rígidos parámetros y representa el movimiento verdadero, el que universaliza las dimensiones del planeta que, frenéticamente, se mueve en el espacio indefinible y no por ello deja de darnos la vida.     Lo que somos, siendo un estar transitorio, es el movimiento de nuestras células y sus component...

EL LIBRO DE LAS EMCIONES (79)

      SEPTUAGÉSIMO OCTAVA EMOCIÓN   La vida es el producto de lo que hago y lo que sucede, es lo que sucede mientras hago y lo que hago mientras sucede, lo que creo hacer y lo que pienso que sucede.   Hoy todo parece suceder y el hacer se ha convertido en caminar. Quizá la vida ya no sea nuestra, precisamente ahora que es infinita, o inabarcable, o puede que sea más abarcable por infinita que antes, cuando la muerte, su silencio y el nuestro, se imponía intensificando la vida.   Tu hacer, Raúl, es un suceso en mi vida que parece provocado por mí y cuya existencia evito sin conseguir mi propósito, si es que es cierto que lo deseo.   Quizá me estás hablando a partir de lo que te cuento y creo que no sé entender tus palabras, o ni siquiera conozco la lengua en que te expresas. Tienes algo muy mío en ti que me robas y que yo no sé cómo recuperar. Estoy esforzándome por darte voz a través de mí, como si pudiera sembrar una pradera con la hierba que un día d...

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (78)

    SEPTUAGÉSIMO SÉPTIMA EMOCIÓN   La escucha es la gran pregunta que me hago constantemente mientras te narro lo que sabes y desconoces de mi no vida. Yo desconozco si existe tu escucha. ¿Serás capaz de comunicarte conmigo de otra forma que la que estás empleando para que yo pueda atisbar si te llega algo de lo que te cuento? No espero que lo comprendas o lo compartas, solo desearía que fueras capaz de escucharlo, que fueras capaz de salir de tu relato y te llegaran los ecos de mí, ese gran negado que hoy estás afirmando como si tú fueras alguien que pudiera enderezar la vida, no la tuya, sino la de todos, una vida auténtica en la que sueñas y no sabes expulsar hacia el exterior, hacia todo aquello que te devuelve al hecho de que tu vida no es tan importante, ni tan justa, ni tan bien fundamentada como creías que era.   Ay, no padre, no sé lo que me ocurre mientras te dirijo estas palabras imposibles para cualquiera que no te sepa. Me reconozco en mi debilidad de hi...