En una sola mañana un habitante de la tierra, yo en este caso pero podría ser cualquiera, se ve abrumado por un cúmulo de conocimientos o informaciones que podría resultar indigerible, aunque es evidente que no es así, puesto que aquí estoy, vivo, creo que sano y con capacidad de contarlo. Después de leer que ha sido profanada la tumba de Murnau, el director de cine cuya impresionante obra es uno de los máximos exponentes de la creatividad y la capacidad de poner en imágenes una esencia visionaria, recibo una fotografía enviada por mi hija. Ella anda viajando por la India tras dedicar sus esfuerzos a paliar miserias extremas con el acogimiento de bebés abandonados en basureros, o a orillas de un camino, que se los encuentra, por ejemplo, a uno cubierto totalmente de hormigas, o a otro sin manos y sin ojos porque se los han comido las ratas. Lo escribo estremecido, sin poder glosar aberraciones tan patentes como las que acabo de contar, aunque haya organizaciones y persona...