¿Qué se puede decir de Londres que no haya sido rozado y ofrecido antes por las insuperables plumas literales e imaginarias que van desde Charles Dickens hasta Ian McEwan? Con todo y con eso aquí va mi pequeña propuesta. Perderse en Londres es un lujo inefable que se puede producir en una ciudad que no lo es, inefable. Aun así ese deambular sin rumbo se ofrece como posible en un barrio como Hampstead. Un conjunto de calles en cuesta y un parque extraordinario por los que perderse, olvidando que Londres es la ciudad del aprovechamiento del tiempo con tantos horarios como barrios la constituyen. En el barrio de Hampstead no hay río ni City ni grandes monumentos, hay vida antigua y presente por la que discurrir, como si la humedad inglesa lubricara pensamientos y acciones del pasado y del presente con un futuro prometedor y tradicional. Quizá el hecho de que Karl Marx esté enterrado al norte del barrio lo marque de una forma indefinible, aunque ni John Keats, ni John Cons...