Uno cruza medio mundo porque la  curiosidad forma parte de lo que uno es o desea ser, porque siempre  sintió que su cuerpo, o lo que sea aquello que pueda definirlo a uno,   contiene una inquietud infinita que parece poder ser colmada con el  acercamiento a lo otro, a cualquier lo otro que le ha llamado a lo largo  de su vida y que desea apurar a sabiendas de que sea imposible, de que  nunca podrá ser colmado el deseo mientras la muerte se acerca  irremisiblem ente con su sonrisa amable y atractivamente temible.      En uno de esos lugares a los que uno se acerca por tantas sinrazones  como posee la propia evolución del humano y su inquietud creativa o  inane, se encuentra con que el sueño que soñó y le impulsó a moverse  hacia la lejanía, es un sueño de cercanía que nada tiene que ver con el  posible exotismo del lugar al que se desplaza.    El viajero ha  tenido la fortuna de mover sus pasos curiosos por las lomas del  británico Yorkshire en algún momento pasado de su existencia, d...