Un pequeño fragmento de un objeto puede contener el mundo. De ese modo se cumple la vocación poética de cosas y palabras. Es el caso de lo que la imagen de más abajo ofrece. Un fragmento imperfecto de una imperfecta y antigua escultura de un buda. En el bruñido ataque del tiempo a su superficie se encuentra un colorido para el que no fue moldeado el metal que la constituye. En el invento del hueco de la uña aparece la sugerencia de una corporeidad contraria a su realidad. En el delicado y eterno apoyarse en el muslo de la adornada extremidad aparece una posibilidad de felicidad terrenal y espiritual que, aun representando una concreta forma de estar en el mundo, es la plasmación de un anhelo universal que existe desde que creemos ser alguien y convivimos unos con otros en un deseo de armonía que nos iguala tanto como separa nuestras presencias unas de otras. En el creer que esa mano es humana, e incluso divina, hay todo un recorrido histórico que conduce desde ...