Pasear es una actividad histórica, es decir, es casi seguro, aunque pueda ser indemostrable, que en la Prehistoria no existía el paseo humano. Pasear supone haber superado el momento de la supervivencia y emplear las capacidades motoras en la recreación de tiempo y espacio, en soledad si así sucede o se desea, en compañía si así se quiere o puede. El paseo es buen símbolo de la capacidad humana de recrear el deseo, de hacer transcurrir la vida sin sentido gracias a la búsqueda por darle un sentido. Pasear es buena compañía del pensamiento, una actividad fisiológica que lo ayuda a encaminarse por alguna senda tan innecesaria como la recorrida por el caminante sin rumbo, el humano felizmente perdido en sus propios pasos y en la aceptación de su unión con el suelo que lo sostiene. Propongo aquí unos cuantos paseos imaginativos que nos permitan tanto seguir apegados a la tierra como despegar en nuestra mente de sus querencias y obligaciones, contra las que luchamos inútilmente. ...