En este año se cumplen tres lustros de dos andanzas viajeras que se realizaron en mi transcurrir. El tiempo transcurrido, a su vez, quizá informe de algo más que de su propio sucederse. Hace quince años Bélgica y China eran dos mundos. ¿Lo siguen siendo? No tanto, no tan poco. Continúan siendo un pequeño país y un gran país, aunque ambos hoy están más unidos en ese destino único e inevitable del mundo de lo que estaban entonces. La variedad y uniformidad interna de cada uno de ellos continúa su fluir, en pequeño o en grande. La Historia que acumulan sigue presente, la historia de formar parte de realidades exteriores y la historia de creerse únicos mirando hacia sí mismos. ¿Tendrán algo en común actitudes y circunstancias que aparentan ser tan diferentes? ¿Querrán o sabrán convivir hoy y mañana sociedades que se identifican con su unión o su desunión internas de formas tan matizadas como campos, montes y aguas