Los casi cincuenta metros de altura de la columna de Alejandro, erigida en 1834 en la plaza del Palacio de San Petersburgo, y los casi dos kilómetros de longitud del conjunto de las fachadas del palacio del Hermitage, construido en los siglos XVIII y XIX, creo que son medidas que podrían bastar para comprender el alcance y el origen de la Revolución Rusa que este año cumple un siglo de su finalización.
Los casi cincuenta metros de altura de la columna de Alejandro, erigida en 1834 en la plaza del Palacio de San Petersburgo, y los casi dos kilómetros de longitud del conjunto de las fachadas del palacio del Hermitage, construido en los siglos XVIII y XIX, creo que son medidas que podrían bastar para comprender el alcance y el origen de la Revolución Rusa que este año cumple un siglo de su finalización.
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