Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2024

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (69)

    SEXAGÉSIMO OCTAVA EMOCIÓN   Antes de los acontecimientos que dieron forma a lo que hoy resta de lo que fue nuestro mundo yo era un puro espectador, tan puro que formaban parte de mis recuerdos más íntimos lo contemplado, lo escuchado, lo leído, lo paseado. No era espectador de la vida, creo que ella me contemplaba a mí, como a todos y a cada uno de nosotros, extrañada y perpleja mientras me azuzaba a no parar de recorrerla. Era espectador del arte, de la poesía, en cualquier faceta en que eso que se puede convenir en llamar mi persona fuera capaz de percibirla, de abandonarse, de descubrir y sufrir las pequeñas e infinitamente intensas explosiones que el arte, la poesía, ofrecía cuando alguien se pone a su disposición, está dispuesto a convertirse en el amante que nunca llegará a consumar su inclinación.     Y retomo mi afirmación inicial porque en ella reside lo que quiero destapar como si fuera una intimidad tan lacerante como expansiva que se resiste a c...

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (68)

     SEXAGÉSIMO SÉPTIMA EMOCIÓN Raúl, quiero leerte estos poemas que llevo conmigo de la vida de antes y que parecen escritos en la extraña vida de ahora:     Hay tantas realidades inventadas Cruzándose en caminos recreados Que la capacidad de mirar Viendo Se colma sin alcanzar los bordes del color     Los ojos de los insectos se convierten en veraces Conforman una ceguera humana Que nunca podrá ser descrita     La palabra tiene tanto poder Como ignorancia genera En quienes quisieran cambiar la mirada     Pertenezco a una especie Que desearía ver como ellos Pequeños congéneres Y saber sin palabras lo que otros miran Sin voluntad, sin perdón, sin pasión, sin deseo     Me cuesta continuar viendo Me esfuerzo en mantener la mirada Me requieren de mundos que aún no han nacido O murieron O son en lugares sin espacio Como nubes trémulamente sólidas     Ya ocurrió todo En el futuro que no conoceré En el pasado que no alc...

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (67)

    SEXAGÉSIMO SEXTA EMOCIÓN Raúl, voy a retomar y a decirte aquel cuento mío que un día no te conté.     Había una vez un monstruo que se miraba al espejo con tranquilidad. Llevaba una vida aburrida llena de constantes sobresaltos. Cuando llegaba un sobresalto se entristecía volviéndose rojo. En ese estado se sentía enamorado, aunque continuaba sin salir de casa, como era su costumbre desde que reconoció en sí mismo su monstruosidad gracias al gesto de asco que puso un día la tendera de enfrente de su casa al cobrarle el pan. Desde entonces comía maleficios y tenía guardada en la despensa la manera de ser mejor.     A veces soñaba con que vivía dentro de él un monstruo que se le parecía, pero que tenía el empuje que él creía que le faltaba. Dejaba a su monstruo interior que le susurrara insinuaciones desagradables porque él no creía ser mejor que nadie, ni algo mejor que su perro, más bien peor.     El perro murió de fidelidad en un momento dado ...