Étant donnés. M. Duchamp. Moderna M. Estocolmo.
Me hubiera gustado trabajar, pero había en mí un fondo enorme de
pereza. Me gusta más vivir y respirar que trabajar. No considero que el trabajo
que he realizado pueda tener en el futuro ninguna importancia desde el punto de
vista social. Así pues, si usted quiere, mi arte consistiría en vivir; cada
segundo, cada respiración es una obra que no está inscrita en ninguna parte,
que no es ni visual ni cerebral, y sin embargo, existe. Es una especie de
constante euforia.
Marcel Duchamp. Conversaciones
con M. D.
***
Yo conozco, y creo que un poco como todo el mundo, la insistencia del
deseo sexual. Mi edad no me lo ha hecho olvidar. También sé que el amor
inscribe en su devenir la realización de este deseo. Y es un punto importante
porque, como toda una literatura muy antigua nos dice, el cumplimiento del
deseo sexual funciona también como una de las raras pruebas materiales,
absolutamente ligada al cuerpo, de que el amor es algo más que una declaración.
La declaración del tipo “te amo” sella el acontecimiento del encuentro, y es
fundamental: compromete. Pero liberar nuestro cuerpo, desnudarnos para el otro,
cumplir los gestos inmemoriales, renunciar a todo pudor, criar, toda esta
entrada en escena del cuerpo vale como prueba de un abandono al amor. (…) Yo
sostengo que, en el elemento del amor declarado, es esta declaración, incluso
si es todavía latente, la que produce los efectos del deseo, y no directamente
el deseo. El amor quiere que su prueba envuelva el deseo. La ceremonia de los
cuerpos es entonces el testimonio material de la palabra, es eso a través de lo
que pasa la idea de que la promesa de una reinvención de la vida será
sostenida, y primero a ras de cuerpo. Pero los amantes saben, hasta en el más
violento delirio, que el amor está ahí, como un ángel guardián de los cuerpos,
en el despertar, en la mañana, cuando la paz desciende sobre la prueba de que
los cuerpos han entendido la declaración de amor. He ahí la razón por la cual
el amor no puede ser, y creo que no lo es para nadie sino para los ideólogos
interesados en su pérdida, un simple revestimiento del deseo sexual, una
astucia complicada y quimérica para que se cumpla la reproducción de la
especie.
Alain Badiou. Elogio
del amor
***
Acabo de terminar de leer dos libros diferentes que tienen algo en
común: son conversaciones con dos figuras importantes de la creatividad y el
pensamiento contemporáneos, y tratan tanto de los entrevistados como de temas
que no son el centro de sus profesiones y dedicaciones.
En concreto, son un artista que vive y un filósofo que ama, o un
vividor que fue artista y un amante que filosofa. Marcel Duchamp y Alain Badiou.
El segundo, un contemporáneo en sentido estricto. El primero, un contemporáneo
como profeta, a su pesar, que fue de lo que hoy vivimos.
La especialización profesional nos ha llevado a una evolución
tecnológica y social considerable, pero nos ha arrebatado la posibilidad de
estar en el mundo intentando abarcar una plenitud posible, intentando que
cualquier campo sensible y/o inteligible forme parte de nuestro acervo
particular. Los dos autores o artistas o pensadores o afirmadores que traigo
aquí nos devuelven, en su palabra y en el transcurrir de su vida y obra, más
que la posibilidad de ser, la de “estar siendo”, como diría la gran poeta
Chantal Maillard. La posibilidad de vivir de múltiples formas como si
pudiéramos abarcarlo todo aunque sea imposible. La realidad de sentirnos y
vivirnos como mínimos fragmentos de vida que pudieran contener toda la vida
desbordante que nos rodea e incluso la que somos incapaces de percibir.
Y ahora creo que es momento de volver a leer los dos fragmentos que
encabezan mis palabras, antes de leer lo que deseo que las concluya. Leer de
esa forma lo que propongo es una invitación a recorrer el círculo de la sensación,
de la palabra, a movernos en un espacio que no está del lado de la
supervivencia, sino de la acción efusiva que convoca la plenitud.
***
Vomitar el veneno que el verso destila y conviertes en mariposa, en
agua tocada por los mil rayos de luz, arco iris que solo nos asegura la vida. Y
la vida a los pies del verso: humillados por la escritura, vejados por su
verdad.
Leopoldo María Panero
Tres textos, tres autores, y tu como hilo conductor. Un abrazo, 'tras...'.
ResponderEliminarMe gusta ser hilo conductor de esos tres extraordinarios textos, amigo Blas.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Dejada llevar por esa sensibilidad, leo y releo tus textos, tan bien seleccionados por ti: saber apreciar el simple hecho de respirar, el amor y el sexo como medios de reproduccion y el ultimo texto lleno de fuerza. Tus palabras nos guian por esas verdades tan inmensas.
ResponderEliminarUn saludo Alfonso
Qué gran suerte para mi, amiga Aurora, sentir tus recorridos por esos textos llenos de sentido que sabes leer con tanta verdad como ellos proponen.
EliminarGracias y saludos.
A la poesia no llego, me faltan a mi entendederas, pero los textos son de reller y disfrutar como el mismo amor. Gracias por juntarlos amigo.
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