En una vida como la mía, como tantas otras, intensa y plena, siempre quedan acciones, actitudes y relaciones pendientes, unas posibles y otras imposibles, sin poder calificarlas de antemano. Es un regalo que nos ofrece a todos y cada uno de nosotros la posibilidad de morir, siempre presente y cada día más cercana.
El sucederse de los acontecimientos y las sensaciones va transcurriendo y, con ello, el hecho de que queda mucho por hacer y decir, por comunicar a otro y por saber de otro.
El guiño de la muerte es un aviso de que nunca sabremos cuánto nos queda por realizar, y en ofrecernos la seguridad de que todo quedará realizado el día en que su presencia nos dote de una historia que se cierra sobre sí misma y que deja paso a otras historias humanas siempre abiertas, siempre por realizar, ante la bendita paradoja de la mortalidad.
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