SEPTUAGÉSIMO OCTAVA EMOCIÓN
La vida es el producto de lo que hago y lo que sucede, es lo que sucede mientras hago y lo que hago mientras sucede, lo que creo hacer y lo que pienso que sucede.
Hoy todo parece suceder y el hacer se ha convertido en caminar. Quizá la vida ya no sea nuestra, precisamente ahora que es infinita, o inabarcable, o puede que sea más abarcable por infinita que antes, cuando la muerte, su silencio y el nuestro, se imponía intensificando la vida.
Tu hacer, Raúl, es un suceso en mi vida que parece provocado por mí y cuya existencia evito sin conseguir mi propósito, si es que es cierto que lo deseo.
Quizá me estás hablando a partir de lo que te cuento y creo que no sé entender tus palabras, o ni siquiera conozco la lengua en que te expresas. Tienes algo muy mío en ti que me robas y que yo no sé cómo recuperar. Estoy esforzándome por darte voz a través de mí, como si pudiera sembrar una pradera con la hierba que un día desapareció de ella y que yo no podré volver a ver crecer. Eres hoy una memoria que debo inventar para poder enfrentar el no acercamiento de la muerte, como si yo fuera capaz de convertir la vida en perfecta y completa.
Eres el error que no pudo ser, aquel que da sentido a la voluntad de vivir de una manera equivocada y que no se puede evitar. Sin equivocación la voluntad hubiera sido tan débil que no existiría, como la flor que asoma demasiado pronto en una primavera que aún no ha llegado.
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