El último día sin veda
de pesca, a finales de noviembre, me uní hace pocos años a unos compañeros de
trabajo convertidos en amigos gracias a su espíritu generoso y abrumadoramente
amable, para acercarnos hasta un sencillo restaurante al aire libre junto al
río Paraguay. Para llegar hasta allí había que desviarse de la carretera
principal que se convertía en inmenso puente a las afueras de Asunción y
recorrer un camino por el que aparecían las mujeres de los pescadores con
enormes peces en brazos, dispuestas a prepararlos para la comida.
Una vez sentados a la
mesa bajo un entoldado provisional y ante los sencillos manjares que se aprecian
en la imagen, se podían ver y sentir las voluminosas aguas del río que corrían
hacia el sur con una potencia disimulada que estremecía. Esas aguas inabarcables
e indomesticables continuaban su camino procedente del Gran Pantanal y las
tierras brasileñas hacia los increíbles esteros en su peculiar belleza y la
grandeza de la vecina Argentina uniéndose a quien es, paradójicamente, su padre
y su hijo a la par, el río Paraná. Éste, justo antes de recoger las aguas del
Paraguay acababa de remansarse humanamente en una fábrica de electricidad. Y
aún antes de llegar a esa servidumbre humana había servido de frontera entre la
Encarnación paraguaya y la Posadas argentina con un cauce que, gracias a la
tremenda aportación de las aguas del Iguazú se había ensanchado de tal modo
hasta que mis ojos (a los que les fue dado verlo sin creerlo en otra ocasión) no
pudieran discernir que se encontraba ante un río, sino ante una nueva clase de
accidente geográfico que participaba de lo que es un río, claro, además de lo
que pudiera ser un enorme lago e incluso de lo que constituye un mar.
Y todas esas aguas y
recuerdos se encuentran en la sencilla y deliciosa comida compartida que un día
disfruté con amigos circunstanciales pero cuyo recuerdo es hondo y magnífico.
Ese almuerzo compartido representa un hito geográfico, emocional y temporal en
mi memoria que hoy he querido compartir para hacerlo aún más palpable y
duradero, como si se pudieran detener las aguas de los ríos, como si su
inaudito fluir no esparciera el rumor de que nada está fijo, de que el cambio y
la apariencia de lo permanente no son más que dos caras de la misma realidad
inasible.
Amigos, no sé qué ha ocurrido con los comentarios pero se han perdido. A la vuelta de mi viaje veremos si todo está correcto.
ResponderEliminarGracias, lo siento y saludos.
Tras, te decía que en lo más sencillo está lo esencial. El mar es precioso, para perderse observándolo. Pásatelo bien y ya nos cuentas.
ResponderEliminarSaludos.
Así es, Aurora. Es fácil olvidar lo esencial y es importante no hacerlo.
ResponderEliminarMuchas gracias por volver tras la pérdida de los comentarios y saludos.
Alguien dijo que nadie se baña dos veces en el mismo rio. Menos mal que ahora al menos tenemos la fotografía.
ResponderEliminarRealmente bucólico...y gastronómico !
ResponderEliminarSaludos
Precioso relato que invita a navegar, a comer, a mirar, a disfrutar con los amigos.
ResponderEliminarTambién nosotros hemos emprendido un viaje en esta nueva plataforma; espero que lo pasemos bien para no echar de menos La Comunidad de El País.
Un abrazo. Espero que nos sigamos leyendo.
Querido Tras: echo de menos la Comunidad...aquí no me aclaro..porque comento a los amigos y no sé si salen...aquí te comenté y no sé qué ha pasado...de todas formas te digo que me encanta el reportaje. Un beso y espero que disfrutes del viaje
ResponderEliminarCarlos, he vuelto de mi viaje y me he bañado en dos mares que son uno. Ya sabes, el Mediterráneo tiene múltiples facetas.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Mark, una gastronomía única y particular de ese rincón del mundo tan lleno de agua.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Celeste, es un placer verte por aquí y poder seguir compartiendo tantas cosas interesantes que hay por el mundo, como me he encontrado en mi reciente viaje.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Agueda, me alegra lo que dices de que te encanta. Es verdad que por aquí a veces las cosas no están claras pero intentaremos irnos acostumbrando y salir adelante, como en todo.
ResponderEliminarGracias y saludos.