Ir al contenido principal

NO SON FOTOGRAFÍAS



-Tenemos que ir a ver a Antonio López en el Thyssen
-Me encanta. Es que sus cuadros parecen fotografías.
(Diálogo escuchado a dos señoras en un autobús de Madrid)




Madrid hacia el Observatorio, 1965-1970. Antonio López
En un hermoso día primaveral, de esos en los que se fusionan el ardor del sol y el frescor del viento de una forma tan complementaria como picante, tan agradable como desconcertante, uno se encuentra atravesando el parque del Retiro de Madrid con el agrado que supone poder disfrutar de los nuevos verdores de fresnos, arces, palmeras, castaños de indias, pinos, cipreses de los pantanos, plátanos de sombra, olmos y mis preferidos, los magnolios, ese árbol que a uno le parece una pequeña planta agigantada por no haber sabido contener su propio deseo de vida.
El destino del paseante es la exposición de realistas madrileños que se encuentra en el Museo Thyssen. Una visita que cree ineludible y que se va a convertir en una experiencia, una vez más, de reencuentro con la obra de uno de los más extraordinarios artistas vivos que van quedando por el mundo: Antonio López. El título de la exposición remite a un grupo de artistas que tienen en común no solo ser amigos y familiares entre sí, sino poder ser reconocidos como reflejantes artísticos de la apariencia del mundo, como continuadores de la tradición del dibujo que se inauguró en Italia en el siglo XV y sobre cuya trabazón se elaboran unas obras que aparentan reproducir la realidad como hicieron los pintores occidentales durante quinientos años y como plasma la fotografía desde hace casi dos siglos.
Las obras de Antonio López refulgen entre las de sus compañeros con el misterio que supone la combinación de su realismo superficial, apoyado en una técnica insuperable, y su expresividad tan de la propia pintura, tan del arte y sus maravillas, tan de la posible realidad y la vida viva, hasta el punto de llegar a la abstracción más pura de lo que es el color y la forma sobre una superficie o a la intimidad de lo plenamente subjetivo, comunicado de una forma tan íntima que parece sugerido a las comisuras de los ojos y capaz de tocar las fibras más escondidas de la mente del espectador.
Y, por resumir mis impresiones, por incidir en que en cada obra de arte auténtica está todo el arte pasado y todo el arte posible, voy a referirme a las dos con las que ilustro este artículo: Madrid hacia el observatorio y retrato de María.
En la primera está recogida toda la fuerza y la expresividad de cualquier paisaje posible aunque esas proposiciones estén encerradas en lo que una ciudad, Madrid, ofrece y limita con su transformación constante, con su actualidad de cada momento, con la existencia de una luz que siempre es diferente y siempre parece convocar la perennidad imposible de la existencia humana. En esa obra se podrá percibir en el futuro, siempre, la transformación continua que supone ser ciudad y el camino limitado que conduce a su expansión, con un lenguaje de la sensibilidad que siempre quedará por desentrañar.
En la segunda, en el sencillo retrato de una hija querida, se encuentra uno de los hechos artísticos más señeros salidos de las manos, mente y sentimientos de un hombre, algo que permanecerá vivo, con suerte, a la altura y profundidad de los retratos de Baltasar de Castiglione, de Rafael, o del de fray Hortensio Félix Paravicino, de El Greco, por citar dos ejemplos inconmensurables; algo, un hecho artístico que continuará afirmando y cuestionando la vida de cualquier humano que quiera y sepa saber sin dejar de sentir.
Retrato de María, 1972. Antonio López

Comentarios

  1. "Saber sin dejar de sentir", menudo laberinto. Gracias, amigo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Pablo, por acercarte al laberinto y compartirlo.

    Gracias de nuevo y saludos.

    ResponderEliminar
  3. Qué bueno es dejarse seducir por igual por un Antonio López y su mensaje tan real, y por un Picasso, por ejemplo, tan cerebral y bestial. Lo importante, creo yo, es evolucionar.
    Un abrazo, joven.

    ResponderEliminar
  4. Iré en cuanto vuelvaa a la villa y corte porque precisamente el manchego es de lo mejor que se puede ver hoy...y ya siempre. Y en este comentario me quedo con el de las señoras sobre "parecen fotos" jajajaj, que me recuerda el consabido "parece un cuadro" cuando ven alguna foto que quieren calificar como "buena" "artística" ó algo positivo.
    Como si el arte tuviera que ver con el soporte ó la marca de los pinceles.
    Yo me sonrío cuando califican de postal ó un cuadro cualquier fotografía, porque esa calificación como la contraria, simplemente....me hacen gracia.
    Lo que me gustaría es un museo para él solo, porque se lo merece. Y de paso a Cristina Garcia Rodero jajajaja para que las comentaristas que citas lo disfruten

    ResponderEliminar
  5. Blas, unes a dos artistas mucho más que grandes y que son capaces de abrirnos las carnes y las mentes con su obra si es que uno está dispuesto a disfrutarla.

    Gracias y saludos.

    ResponderEliminar
  6. Carlos, en la villa y corte se ha cerrado ya esa exposición, pero te esperan otras...

    Me sonrío contigo de justo lo mismo, esos "parece..." que quieren dar valor con otra cosa que la propia obra.

    Y voto yo también por un museo de Antonio López y otro de Cristina García Rodero.

    Gracias y saludos.

    ResponderEliminar
  7. No voy a comentar sobre los Lopez, que me parecen genios totales, sino sobre el título del post que me ha gustado mucho. En mi opinión, hay dos grandes errores que suelen cometer las personas no demasiado familiarizadas con el arte. La primera es asimilar dificultad de ejecución a arte. Cuanto más difícil de ejecutar (no de concebir, eso no les suele preocupar) más “artístico” les resulta. La segunda, un poco más sutil y quizás más difícil de ver, es asimilar convención a realidad. Con esto quiero decir que, para ellos, convenciones representativas ya consolidadas –como pudiera ser la perspectiva o el degradado tonal, por ejemplo– las convierten automáticamente en “lo que el ojo realmente ve”. Por no hablar de los trucos hiper-realistas de la gota de agua que refleja la luz de la ventana y otras gaitas que dan la sensación de una ‘exactitud’ casi microscópica al conjunto del cuadro, aunque el resto esté solo abocetado. Un abrazo, Alfonso. Gracias por tus textos, siempre interesantes.

    ResponderEliminar
  8. Miguel, te agradezco mucho tu estupendo comentario y te felicito por él. Ni la dificultad de ejecución es la clave del arte ni las convenciones son la realidad, como bien dices. El arte nos propone una alternativa a la realidad y la técnica es solo donde se apoya esa alternativa.

    Gracias de nuevo y saludos.

    ResponderEliminar
  9. Maravillosa entrada, Tras, los cuadros son una delicia, tanto el primero, con esa fuerza que tiene este pintor, que a mí me encanta, su capacidad para convertir en arte cualquier paisaje urbano.

    El retrato de la niña es espectacular, una belleza tierna con una mirada triste y ensoñadora...

    Gracias por ese texto maravilloso, a tono con los cuadros.

    ResponderEliminar
  10. Y al fusionarse
    alma y papel
    la pupila abraza
    cada rasgo
    de nuestro ser

    Y efectiva-mente
    ES
    cada trazo privilegio
    y cada pincelada
    isla ...
    en la que creer
    ...para crecer

    Mi abrazo a tu luz

    ResponderEliminar
  11. Gracias a ti, Estrella. He intentado acercarme a la altura de unas obras de arte que remueven la vida y la sensibilidad.

    Gracias de nuevo y saludos.

    ResponderEliminar
  12. Athenea, isla para crecer creyendo... Una maravilla sencilla que tiene mucho de realismo.

    Gracias y saludos.

    ResponderEliminar
  13. El dialogo de esas mujeres me ha recordado la expresion tan corriente en los pueblos: "Que bonita, parece una munequita"...
    Sentido e inteligente homenaje a Antonio Lopez, que ha sabido divinizar lo cotidiano, lo familiar, lo que existe ante nuestros ojos humildemente
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, amiga Igoa, él ha sabido ofrecernos tanto con su aparente simplicidad que es inabarcanle.

      Gracias y saludos.

      Eliminar
  14. Lo bueno de Antonio López, radica en que es un pintor intimista, cercano. Sus obras suelen tener como temas elementos cotidianos de nuestra vida, como es la ciudad y sus calles o tejados, como es ambientes del propio hogar: su habitación, el lavabo, el inodoro, la nevera..., objetos cotidianos donde transcurre gran parte de nuestra existencia tal vez sin darnos cuenta, pero en los cuales nos reconocemos. Pero en nada desmerecen sus geniales retratos como bien apuntas en tu formidable apunte sobre el pintor, Alfonso.
    Como te digo siempre, un lujo leerte, a uno se le ilumina la mente.
    Fuerte abrazo.
    Teo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, Teo, lo que comentas es exacto. Antonio López abre sus ojos y gracias a su arte abre los nuestros y nuestra vida a las sensaciones cotidianas, dándoles una dimensión que poseen pero que no evidencian. Su arte siempre va más allá de las apariencias sin desmerecerlas. Muchísimas gracias.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Y MEDIO...

    Comenzaré sin más preámbulos diciendo que he vuelto a ver 8½ (Otto e mezzo), dirigida por Federico Fellini en 1963, y que puedo afirmar sin rubor que se ha quedado vieja.   Si el amable lector desea continuar leyendo descubrirá lo que contiene una afirmación como esa en estos tiempos y lugares que nos recorren sin horizonte, en una planicie confusa llena de montículos virtuales que no resultan atractivos para ser escalados.   La gran película de Fellini se ha quedado vieja como lo está, por poner un ejemplo señero, la obra de Caravaggio, con una presencia tan fulgurante y potente que el tiempo y el cambio transcurridos desde su creación, la de Caravaggio y la de Fellini, no permiten digerir como obras que afirman y transgreden sus propios momentos y convocan un clasicismo que no buscaron.   Hay obras, como las que estoy, precisamente, convocando aquí, que nos permiten afirmar que el progreso es solo una entelequia interesada, una falacia que pretende enfren...

MELANCOLÍA

Uno ha disfrutado y estudiado en imágenes las obras de la Antigua Grecia antes de verlas en directo, y esa es una experiencia que le reserva algunas sorpresas, entre ellas aparece la representación de sensaciones que no esperaba, unas más comprensibles que otras, y una de las más comprensibles e inesperadas es la representación de la melancolía en una faceta serena que sorprende y atrae mucho al contemplador que intenta vivir aquellas obras como si fueran algo suyo. Clasicismo, democracia, filosofía, convivencia, origen, ciencia, historia… son algunas de las palabras que con toda naturalidad se aparecen en la mente de quien recrea la Grecia Antigua, pero melancolía… No, no es lo que uno espera aplicar a aquella cultura desaparecida aunque muy viva hoy en los entresijos de los orígenes de nuestro estar en el mundo. Pero, claro, cuando se califica una civilización desaparecida se olvida fácilmente que, en ella, como en todas las civilizaciones y culturas, como en cualquier tiempo ...

CAMINO DEL FIN DEL MUNDO

Camino del desierto marroquí, desde Marrakech, uno espera encontrar cómo el paisaje se va volviendo más seco, más inhabitable, menos verde, más duro. Pero viajar consiste en asumir sorpresas constantes y, una vez más, ese camino no es lo que uno espera aunque sí algo que quizá hubiera deseado. La tremenda presencia de los cercanos montes del Atlas alimentan caudalosos ríos que dan vida a múltiples valles y poblaciones llenos de bullicio y actividad humana que, desde hace milenios, han convertido aquella región en un lugar que transforma la dureza en vida. El camino hacia lo que uno pensaba que sería la nada es un todo atractivo, único, pleno e inolvidable.