Tras los breves apuntes históricos de la primera parte de esta
propuesta quisiera exponer una serie de características que, a mi juicio,
debería posibilitar
cualquier museo para alcanzar objetivos de relación con sus visitantes. Para
ello me voy a apoyar en unas frases muy oportunas que escribió en 1929 el gran
músico Arnold Schoenberg, quien durante toda su vida luchó por mantener la
coherencia de sus ideas y su vida. Schoenberg pensaba que el ideal formativo de
la juventud consistía en caminar "hacia el
conocimiento" y que un buen proceso de formación consistiría en "la
incitación e instrucción para ver, observar, comparar, definir, describir,
ponderar, examinar, deducir y aplicar". Para el tema que nos ocupa creo
que solo faltaría la función de “disfrutar”. Ver, observar y disfrutar son, a
mi entender, las posibilidades básicas que debería ofrecer un museo y que
debería realizar el sujeto que lo visita. En torno a esta interacción entre
museo y sujeto vamos a desarrollar a continuación cada una de las características
señaladas.
VER (TOCAR se podría añadir en lo referente a la escultura)
Tanto el museo como el visitante han de ofrecer un tiempo y un
espacio de calidad para la correcta percepción de cada obra. El visitante ha de
ser conducido a, y seducido por, los objetos expuestos en respuesta al interés
que demuestra al penetrar en el museo. La presentación de las obras ha de permitir
que se puedan discernir conjuntos de ellas y particularizar cada una, así como
sus detalles.
Desde mi punto de vista los museos tienen dos opciones básicas
para proveer este fin: ser museo espectáculo o museo sobrio; si no se extrema
ninguna de ellas las dos pueden ser igualmente válidas, siempre que se tenga en
cuenta que ciertos museos están condicionados por las características
históricas o artísticas de los edificios que los contienen.
OBSERVAR
Una vez que el lugar que ocupa la obra ha proporcionado los
medios para percibirla, la observación ha de provenir del sujeto que se
enfrenta a ella. Ha de dedicarle tiempo y agudeza, ha de repensar con calma
cada fragmento y el conjunto. Procurar que la observación no se vea dañada con
ideas previas, sino que el objeto destile con facilidad su presencia en las
ideas del observador.
COMPARAR
Esta posibilidad es la gran paradoja que ofrecen los museos. Las
obras se encuentran expuestas unas al lado de otras o separadas entre sí por muros
o cerramientos. Ni lo uno ni lo otro son circunstancias banales. El hecho de
tener una visión de conjunto prohíbe el enfrentamiento a la obra aislada y, en
cambio, conjuntos de obras creados para ser percibidos en su totalidad no se
encuentran expuestos de esa forma. El museo
puede negar algunas esencias.
DEFINIR
La cartela que generalmente acompaña a cada obra da una
definición: título, fecha en que se realizó, nacimiento y muerte del autor.
Quizá las obras sin cartela nos ayudarían a definirlas con más agudeza, o a
definirse ellas mismas. O quizá habría que pensar en acompañar las obras de
otros datos más atinados como una opinión contemporánea a la obra, una cita del
autor o su posible significación histórica en sincronía con su momento.
DESCRIBIR, PONDERAR, EXAMINAR
Estas tres palabras definen un estadio más de la observación.
Exigen del visitante, si él lo desea, un esfuerzo mayor para la realización de
un análisis más profundo que se ha de ver apoyado por una serie de componentes
de información que podría proporcionar el museo a petición de quien lo desee.
DEDUCIR
Sabio entretenimiento que puede ser el resultado de la
comparación. Está un poco desprestigiado por el uso en investigaciones policiacas
muy difundidas por la ficción. Es innecesario si se desea, pero es útil y de
gran alcance si se pretende abrir caminos, que no cerrarlos.
APLICAR
En apariencia es una cuestión innecesaria y superflua en lo
tocante al arte. En mi opinión sucede todo lo contrario. Aplicar cómo, dónde,
en qué momento. La respuesta es: de cualquier forma y en la vida toda. Cuando
alguien se ha sentido impregnado de una obra de arte es un gran placer y una
extraordinaria tarea no desembarazarse de esa impronta.
DISFRUTAR
En las palabras de Schoenberg aparece el camino hacia el
conocimiento. El disfrute es seguro que conduce por ese camino y el mayor
conocimiento siempre supone un placer a disfrutar.
Quisiera terminar con la expresión del deseo de que cualquier
persona que visite un museo se encuentre ante algunas de las múltiples
preguntas y respuestas que conlleva la condición humana, además de disfrutar y
reflexionar en la medida de su deseo.
Analizando lo que comentas y que es muy cierto, pienso en aquello de "ese museo ya lo conozco", como si se tratara de unas paredes ó un plano. Y yo nunca he visto dos iguales ó que me dejen el mismo sabor. Con lo que creo que algo falta para que la gente, no turista, vaya mas a su aire. ¿Faltará la parte de divertirse?. O alguna sensibilidad que haya que educar para hacernos volver aunque "lo conozcamos".
ResponderEliminarSí, amigo Carlos, quizá algo falte y todos podemos hacer algo para aportarlo. Muchas gracias.
EliminarYo añadiría VIVIR. Y, claro, a falta de esta característica (desde otro punto de vista) es lo que me mantiene a mi un poco al margen. Por supuesto, no de manera absoluta pues los visito y disfruto. VIDA, sobre todo, vida es lo que necesito ver a mi alrededor. No siempre es fácil.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, amigo Blas, vida es lo que necesitamos disfrutar constantemente los que pretendemos eso, estar vivos de verdad en cualquier lugar.
EliminarGracias y saludos.