Por muy hermoso que pueda ser un atardecer en Praga, en el Río de la Plata o en el Sahara, el amanecer nos espera como una puerta abierta a cualquier posibilidad que podamos inventar, sirviéndole de alternativa. Su belleza se encuentra en su potencialidad luminosa y en el ofrecimiento que nos hace de seguir caminando, incluso aunque solo sea en círculo. Y nuestro deseo de luz no se produce para que quede iluminado algo que pertenece al pasado, como en la imagen hoy irrepetible, que ha sido aniquilado cumpliendo el afán destructivo que caracteriza hoy las sociedades humanas y que pretende sustituir el afán de renovación que caracteriza nuestros mejores momentos. ¿Cómo diferenciar la aurora del ocaso? Solo podemos hacerlo gracias a nuestra disposición a vivir o a descansar, a olvidar, a recordar y a renovar la vida en su constante cambio y en su permanencia inestable, la que proporciona esos momentos de felicidad que dan sentido al recorrido circular
Una gozada enorme este recorrido visual y emotivo por tantos lazos entre lo uno y lo otro. Aunque lo mejor sea lo poco que le afecta a ninguno el paso del tiempo. Por lo menos a la mayoría. Es como decir; ahí queda eso y dispones de una vida para encontrarlo. Un placer.
ResponderEliminarSí, amigo Carlos, me encanta lo que dices, sin tiempo y toda la vida para encontrarlo. Muchas gracias.
EliminarTu belleza me acompano en la noche mas larga. Gracias.
ResponderEliminarY MI AMIGO EL ARBOL?
Por ahí anda, en todas partes, y asomando en algunos de estos recuerdos. Muchas gracias, amiga Igoa.
EliminarBellas instantáneas, amigo. Más parecieran visiones (de un raro 'especimen') que fotografías reales. Pero ......................................, allá tú.
ResponderEliminarAbrazos......
Parece que, a veces, amigo Blas, yo sea un raro especimen, qué le vamos a hacer. Muchas gracias.
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