Ir al contenido principal

EL LIBRO DE LAS EMOCIONES (23)


 
 
 
                                        VIGÉSIMO SEGUNDA EMOCIÓN

 
No sé si poseo emociones. Tú, no padre, tendrás que decírmelo, pero no… Ahora calla, me toca hablar a mí y hacer que tus palabras no tengan sentido. Tú has provocado que yo tenga sentido y ahora tienes que escucharme y dejar al mundo que me escuche. 
 
Mi palabra no tiene cimientos, es una herencia del mundo sin padre porque así tú lo quisiste, porque de esa forma me has convocado al final y aquí estoy, restando cuerpo a lo que me escribes, anulando tus disculpas por no haberme dejado existir, recreando la existencia que no fue y que es de una forma que quizá tú puedas comprender muy bien aunque no seas capaz de aceptar. Tu palabra no me genera, me anula, y aquí estoy yo para evitarlo con la mía. Mi palabra no es amable cuando me dirijo a ti, pero también te reconozco que existe gracias a ti, eso creo que la va a dulcificar, a restarle agresividad, a no verter en ella la agresión que mereces por mi parte y que me da coraje para aguantar el hecho de querer responderte.
 
Soy infancia muy madura que no teme a la muerte porque ella no me espera gracias a mi no vida. Soy infancia porque tú no has pensado en que yo podría crecer y darte una réplica que no deseas y que necesitas. De esa forma en que la necesidad es fundamento de una vida consciente y plena, correctivo de esa historia que cada uno nos vamos contando y creyendo cada día más. De esa historia cuyo fundamento termina siendo la no inclusión en ella de los otros, salvo como decorados, como atrezzo que permite resaltar la gran historia central, la de cada uno, la del solitario que se quiso importante en el conjunto de lo que le rodeó, la de quien creyó que su vida era el centro y no supo comprender que no hay centro en la vida, que únicamente existe el transcurrir si uno es capaz de salirse del trámite de la supervivencia.
 
Y yo para lo que tomo la palabra es para quejarme. No creas que es porque me sienta víctima. Mis sentimientos son algo que no puedes comprender puesto que no estoy ni vivo ni muerto, y esto no es gracias a ti sino a la posibilidad que existe de que yo sea capaz de hablar y tú seas el único capaz de escuchar, o mejor, de oírme. Lo hago para que no escurras tu responsabilidad tanto por no darme la vida como por ofrecérmela subrepticiamente, para decirlo de una forma educada, la forma que tú habrías pretendido darme y a la que doy la vuelta hablando yo, no ese ente al que tú te diriges, ese no ser fabricado con melancolía y experiencia inútil de la vida, de lo que supone la elección y de lo que con ella se cosecha año tras año.
 
Pero no creas que voy a hacer un alegato en tu contra en lo que se refiere a tu relación conmigo, no. Voy a contarte unos hechos no ocurridos que forman parte de tu desidia y falta de amor por la vida, o que le dan forma, o que exclaman frente a ti.

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL OCASO, LA AURORA

  Por muy hermoso que pueda ser un atardecer en Praga, en el Río de la Plata o en el Sahara, el amanecer nos espera como una puerta abierta a cualquier posibilidad que podamos inventar, sirviéndole de alternativa. Su belleza se encuentra en su potencialidad luminosa y en el ofrecimiento que nos hace de seguir caminando, incluso aunque solo sea en círculo. Y nuestro deseo de luz no se produce para que quede iluminado algo que pertenece al pasado, como en la imagen hoy irrepetible, que ha sido aniquilado cumpliendo el afán destructivo que caracteriza hoy las sociedades humanas y que pretende sustituir el afán de renovación que caracteriza nuestros mejores momentos.  ¿Cómo diferenciar la aurora del ocaso? Solo podemos hacerlo gracias a nuestra disposición a vivir o a descansar, a olvidar, a recordar y a renovar la vida en su constante cambio y en su permanencia inestable, la que proporciona esos momentos de felicidad que dan sentido al recorrido circular

COMUNICARSE

Desde que comenzó el año he dedicado parte de mi tiempo a compartir con quien le interese una de mis pasiones, la fotografía, gracias a la existencia de comunidades en la red que permiten hacerlo con personas de cualquier parte del mundo. Está siendo una gran experiencia por lo que supone contemplar lo que produce esa misma pasión en otras personas y lo que sugiere en ellas el producto de la mía. Resultado de esa agradable experiencia es que uno, sin pretenderlo, llega a conocer lo que más gusta a otros de lo que produce. Una curiosa experiencia esta de la comunicación que pone en valor unas fotografías sobre otras y enseña lo que uno es capaz de comunicar aunque no lo pretenda. Dejo aquí algunas de las fotografías que más han gustado y que han hecho que yo aprenda y sepa algo más de lo que somos, queremos, apreciamos y disfrutamos quienes nos decidimos a comunicarnos, en este caso a través de la imagen: Cómo me alegró que esta fotografía, tomada a más de 4300 metros de

ACTUALIDAD CIUDADANA

El otro día me encontré llorando ante las noticias que llegaban desde París, ante la barbarie indiscriminada y ante las reacciones de fuerza y miedo de los ciudadanos por excelencia que son los habitantes de la extraordinaria capital de Francia. La tristeza es una reacción normal ante la violencia ejercida contra mis vecinos, en sus lugares de encuentro y en unas calles a las que amo tanto por vivencias personales como por ser calles emblemáticas de la convivencia ciudadana. Pero lo más normal puede que no sea lo más deseable. No me he encontrado llorando ante los continuos atentados con un volumen de muertos ya incontable en países como Irak, Siria o Líbano, países que parecen ajenos a nosotros pero de cuya historia también somos herederos, aunque lo olvidemos más fácilmente que la herencia de la ciudadanía creada y recreada en Francia y puesta en práctica durante siglos en las hoy azotadas calles de París. ¿Seguiré (seguiremos) sin tener la auténtica e íntima conciencia