La imaginación es un
arma poderosa que puede proveernos, a partir de datos conocidos, de unas claves
o propuestas que nos ayuden a comprender la vida real, si es que existe, la
vida de muchos o la de cada uno de nosotros, y a proporcionarle alguna alternativa.
Hoy me propongo imaginar
algo en torno a un representativo y gran edificio, como puede ser el Woolworth
de Nueva York, con sus 57 plantas y 241 metros de altura, y que acaba de
cumplir cien años desde su inauguración. Un edificio que no podría haber
existido si no se hubiera inventado el ascensor en el siglo anterior al de su
construcción.
Podemos imaginar que los
ascensores del Woolworth, por decisión del dueño del edificio y para ahorrar
gastos, van perdiendo año a año su llegada al último piso, al penúltimo, al
anterior, etcétera, hasta que, dado que la mitad inferior del edificio es más
ancha que su parte superior, los ascensores públicos
solo recorren en vertical la parte ancha y se deja un único elevador, éste de
pago, que llega hasta lo más alto con un
precio solo apto para potentados.
De la misma forma que en
esa imaginada evolución del emblemático edificio neoyorquino, en estos últimos
años comprobamos que en nuestras sociedades van disminuyendo todas las
posibilidades a las que pueden acceder la mayoría, mientras aumenta el nivel
económico de los más ricos. Se están quedando exiguos para la mayoría:
El nivel de reflexión.
El nivel de empatía.
El nivel de igualdad.
El nivel de posibilidad.
…
Como los edificios de nuestras
sociedades continúan en pie, creo que se hace necesario que los ascensores sean
accesibles a cualquiera que desee acceder a los últimos pisos. Por el momento
no parece haber voluntad de que eso ocurra. Quizá la solución sea cambiar de
edificio o demolerlo. Habrá que pensarlo…
Hasta Podemos ha decidido ocupar el mismo edificio. Esperemos que, por lo menos, nos permitan usar los ascensores y descensores. Un saludo cordial.
ResponderEliminarCreo, Pablo, que a la mayoría solo se nos permite usar los "descensores". Vamos a tener que invertir los motores.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Tras: para muchos sería imposible subir a pie esos pisos y llegar al último. Creo que lo más lógico sería que todos pudiéramos acceder a cualquier piso..pero me temo que hay que echar mucha imaginación para que eso sea posible tal y como están las cosas en nuestro país. Los ricos seguirán siendo más ricos y los demás intentamos sobrevivir de la mejor forma posible. Te deseo de corazón que disfrutes de estas navidades. Un beso
ResponderEliminarSí, Agueda, nos queda la imaginación para salir adelante porque la única lógica que sigue esta democracia defuncionada es regalar más al que más tiene.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Te leo y me quedo mirando el teclado, sin saber si escribir una barbaridad: tal como mandar a los ricos en su mayoría corruptos al paredón, o unirse los desheredados del mundo y tumbarse los gobiernos convenidos vende patrias y colgar a todos los sucios políticos de un árbol, y luego incinerar a todos los militares y policías que por miserias se vuelven chacales en contra del pueblo del que provienen. La verdad es que no sé qué puedo escribir que me deje tranquilo con mi conciencia, algo que realmente sea lo que siento ante tu imaginaria y válida comparación del edificio con la miserable realidad a la que nos someten unos cuantos en todo el planeta.
ResponderEliminarEn consecuencia escribo lo que lees con la convicción de que es necesario demoler el edificio, y en el futuro proceder con una permanente desratización en todos sus niveles para no vernos forzados a demolerlo otra vez.
Un abrazo Tras.
Se me ocurren muchas cosas. Que seguramente sean inútiles, pero cosas en fin que por lo menos rompan las normas injustas de ese juego sin fin.
ResponderEliminar¿Que tal quitar el valor a los billetes de banco de repente.
O revertir lo que pagan los pisos altos en los bajos.
Yotra última tontería, repartir el trabajo que haya entre todos. Y los sueldos, claro. Así todos tendrían trabajo que "dicen" que es lo que quieren, y por tanto los ricos tambien se adaptarían a vivir con el reparto.
Felices fiestas, pero que conste que esto es una estafa y por tanto asunto de policías y jueces.
Pensador, me alegra mucho que escribas de esa forma sobre el tema, se nota que sientes una rebeldía muy necesaria. Es lo que nos queda, estar en permanente rebeldía frente a la injusticia que se siente avalada por la supuesta democracia.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Carlos, las "tonterías" que propones serían caminos abiertos hacia la justicia pero los estafadores, supuestos representantes de los estafados, no desean que nos acerquemos a ella.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Triste vida la que nos a tocado vivir en un mundo que es solo de unos pocos. Sería necesario demoler el edificio pero me temo que su base está muy bien cimentada.
ResponderEliminarUn saludo Alfonso
Aurora, sí que es triste, pero nos queda la rebeldía, podremos construir a partir de ella,
ResponderEliminarGracias y saludos.
Buen día para recordar a Carl Sagan y su frase: la imaginación frecuentemente nos lleva a mundos que jámás fueron pero sin ella, no vamos a ningún lado... Y nunca mejor dicho, porque es de esas pocas cosas que hoy en día no pueden arrevatarnos... Por el momento. Un saludo
ResponderEliminarPerdón, arrebatarnos
EliminarSí, Athenea, una frase muy acertada. Seguiremos en permanente rebelión para que no nos arrebaten eso, lo último, la imaginación.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Metáfora, alegoría. Muy buena imaginación para llevarnos a las ideas que nos quieres llevar. Muy certeras, por cierto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Blas, me alegra compartir contigo estas imaginaciones que quizá puedan ser certeras.
ResponderEliminarGracias y saludos.