Hay películas fascinantes, aburridas, trepidantes, tranquilas, poéticas, extraordinarias, abrumadoras, predecibles, relajantes, excitantes, prominentes, oscuras e incluso indigeribles. Y las hay que mezclan varias de esas sensaciones afectando normalmente nuestras capacidades críticas y sensibles de una forma muy positiva. Hace un tiempo vi una película que siempre que hablo de ella estoy tentado de definirla como fascinante, pero cuando lo digo me corrijo porque sé que no es el adjetivo adecuado. En cambio, sí puedo decir que me produjo unas sensaciones que no suele ser muy común que yo pueda aplicar a ninguna película: todo en ella me gustó; me gustó cada fotograma, cada frase, cada escena, cada insinuación, cada música que sonaba, cada personaje, cada mirada, cada sorpresa, cada rostro, cada paisaje, cada segundo sublimado de tiempo… Y me gustó eso que arropa cada película y le da buena parte de su sentido una ve...