Hace unos años escribí un artículo en torno a la desaparición de uno de esos cafés únicos, inimitables, que caracterizan la vida en todos sus aspectos en la vital Buenos Aires. Hoy traigo hasta aquí parte de lo que escribí entonces porque ha sucedido la desgracia del cierre del Café Comercial en Madrid. Creo que no exagero, que ese suceso es una desgracia irreparable para la vida madrileña, española y europea. Me gustaría recordar con estas palabras que sin pasado no hay presente ni mucho menos futuro. Desde 1917 se abrían cotidianamente las puertas de la confitería Richmond que acogió a diario durante muchos años, entre otros personajes conocidos y desconocidos, a Borges y sus amigos. En pleno centro comercial porteño, en la calle Florida entre Corrientes y Lavalle, se encontraba ese lugar de encuentro, sencillo y clásico, donde tantas palabras han cabido desde hace casi un siglo, vertidas sobre cafés y facturas servidos por camareros impecables. Aprecio mucho los cafés trad...