¿Existe Europa? ¿Ha aportado algo
positivo a la historia del mundo? ¿Tiene sentido una alternativa europea a la
marcha de aquél? ¿Puede aportar algo al futuro que se avecina?
La respuesta a esas preguntas, y a
otras que se pueden plantear, en torno a esa complicada y recortada península
de Asia, ha de ser plural y ha de quedar necesariamente abierta, como son las
lenguas, regiones, geografías, climas y circunstancias históricas de las partes
que la componen.
Existe una ciudad que puede
simbolizar tanto el cúmulo de preguntas en torno a Europa como la
multiplicación de posibles respuestas. Una capital cuya historia reciente es
fiel resumen de los acontecimientos del último siglo. Esa ciudad no es otra que
Berlín.
Me refiero al Berlín actual, a esa
urbe que, sin complejos, muestra a la par que maquilla sus cicatrices
recientes, se enorgullece de su historia y pide disculpas por ella gracias a su
renovación urbanística y a la vida propiciada por sus habitantes, berlineses
antes que alemanes (como ocurre con los parisinos, que lo son antes que
franceses por circunstancias radicalmente diferentes).
Berlín es una ciudad que se ha visto
abocada a asumir regímenes políticos tan extremos como el nazismo o el
estalinismo, a enfrentarse a la derrota y el progreso, a vivir profundamente la
apertura y el cierre, que se ha visto abocada a no negar una dura realidad
histórica que aún se puede recordar en sus remozados barrios.
Las renovaciones urbanísticas, que
no ocultan nada sino que lo modifican sin recurrir al olvido, son para mi gusto
las más ejemplares que se puedan observar en ciudad alguna. Puede que no sean
las soluciones más bellas pero seguro que son las más acertadas en cuanto a la
fusión de conservación y renovación que muestran y que ejemplifica lo que podría
ser el mundo a estas alturas de conocimiento y sufrimiento histórico. La
renovación urbanística de Berlín, en su conjunto, parece dar a entender que es
bueno conservar lo que el pasado nos legó de positivo y negativo sin dejar de
dar paso a la renovación para poder renacer en nuevas facetas.
En el Berlín de hoy, aun con todo su
peso histórico, su asunción de la dura realidad y su proyección de un deseo de
posibilidad vital ¿quién podría imaginar, paseando por el hermoso Tiergarten a
la sombra del ángel dorado, con su verdor lleno de la educada actividad y el
relajado reposo de los berlineses, que parte de los límites del gran parque
eran infranqueables hace aún no muchos años? ¿O quién podría reconocer en los
pasadizos y patios de las casas tradicionales, hoy llenos de vida, de
intercambio de ideas y de alternativas de trabajo y ocio, aquellos antiguos y
tristes corredores de casas de vecinos que desconocían formas de vida
alternativas? ¿O quién podría discernir hoy, aunque se puedan distinguir
perfectamente las dos ciudades en que se pretendió convertir a esta capital
única, las diferencias vitales que fueron impuestas a unas gentes que habían
perdido dos guerras y se habían convertido en el centro de la perplejidad y el
horror ante las terribles posibilidades de la tiranía humana? ¿O quién podría
encontrar en sus variadas plazas, en sus alegres bares y restaurantes, los
restos de una decadencia que pretendió ser civilizada a costa del
enfrentamiento entre personas e ideas?
Hay ciudades para ver, ciudades para
caminar, ciudades para contemplar o contemplarse, hay ciudades luminosas y
oscuras, históricas y rabiosamente contemporáneas. En Berlín se puede encontrar
cualquiera de esas facetas, pero Berlín es sobre todo una ciudad experiencia,
es una experiencia que conviene vivir, que conviene dejar que inunde nuestras
vidas para abrirlas a la reflexión sobre lo que la civilización puede llegar a
ofrecer y a arrebatar.
Brillante y esclarecedor artículo, tanto como documento histórico-social, así como artístico-literario. Gracias. Un cordial saludo.
ResponderEliminarXabier, Berlín es una gran lección de Historia y posee una realidad viva que nos abre a las grandes cuestiones de la convivencia.
ResponderEliminarGracias y saludos.
"Hay ciudades para ver, ciudades para caminar, ciudades para contemplar o contemplarse, hay ciudades luminosas y oscuras, históricas y rabiosamente contemporáneas."
ResponderEliminarContemplar o contemplarse, y es que todos los lugares tienen alma.. Nosotros se la damos con cada acción.
Un abraz✴
En mi ruta, Berlín va a seguir esperándome largo tiempo, pero sin duda algún día será mi objetivo. Entretanto, leo sobre ella y me entretengo. De tus palabras, tan loables con esta ciudad alemana, algo se me quedará en mi mente ya obtusa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Magnífico trabajo. Te felicito.
ResponderEliminarFabulosa ciudad Berlin, digna de visitar, te felicito porque hayas podido recorrer su paisaje y su historia.
ResponderEliminarUn saludo Alfonso
Y sobre todo gracias por darnos a conocer al nuevo Berlin, merecedor de todos nuestros afectos.
ResponderEliminarDe nuevo saludos Alfonso.
Y gracias por darnos a conocer al nuevo Berlin, merecedor fe todos nuestros afectos.
ResponderEliminarDe nuevo saludos Alfonso
Yo siempre me he preguntado como se produjo la "union"... Reencuentro, simbiosis, imposicion, compra, identificacion...
ResponderEliminarTu Berlin pararece el compendio de todas las virtudes. Tendre que comprobarlo, de tu mano.
Saludos
que disfrutes del día de tu cumpleaños...un beso
ResponderEliminarSupongo que esas marcas de la Historia reciente le llevan al visitante a rememorar novelas y películas o a imaginarlas; quizá a tener ensoñaciones mitad realidad mitad artificio. Qué tiempos estos, otra vez planteándonos qué es Europa, dónde va o dónde quiere ir, qué podrá ser o qué acabará siendo. En fin, siempre reconstruyéndose este viejo continente capaz de lo mejor y de lo peor.
ResponderEliminarLa foto, genial.
Saludos.
Sí, Athenea, nosotros proporcionamos alma a los lugares y ellos nos llenan la nuestra.
ResponderEliminarGracias y saludos.
No, Blas, nada de mente obtusa, y menos con esos planes a futuro de empaparte de Berlín, algo que disfrutarás seguro.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Muchas gracias, Agueda, por tu apreciación y por tu felicitación. Te contesto tarde porque estaba de viaje. Ya lo contaré aquí.
ResponderEliminarGracias de nuevo y saludos.
Sí, Aurora, es una ciudad fabulosa a la que se agradece, además, que sea discreta, que lleve con dignidad los tremendos avatares de su historia.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Igoa, no dudes en comprobarlo. Todavía se puede ver cómo se las han apañado paar reunificarse y quedan cicatrices, unas más curadas que otras.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Sí, Celeste, este viejo continente está lleno de costuras y parece que todavía le quedan muchas por repasar. Berlín es un buen ejemplo de todo ello y creo que en la foto se puede apreciar algo de todo ello.
ResponderEliminarGracias y saludos.