Desde que comenzó el
año he dedicado parte de mi tiempo a compartir con quien le interese una de mis
pasiones, la fotografía, gracias a la existencia de comunidades en la red que
permiten hacerlo con personas de cualquier parte del mundo. Está siendo una gran
experiencia por lo que supone contemplar lo que produce esa misma pasión en
otras personas y lo que sugiere en ellas el producto de la mía.
Resultado de esa
agradable experiencia es que uno, sin pretenderlo, llega a conocer lo que más
gusta a otros de lo que produce. Una curiosa experiencia esta de la
comunicación que pone en valor unas fotografías sobre otras y enseña lo que uno
es capaz de comunicar aunque no lo pretenda.
Dejo aquí algunas de
las fotografías que más han gustado y que han hecho que yo aprenda y sepa algo
más de lo que somos, queremos, apreciamos y disfrutamos quienes nos decidimos a
comunicarnos, en este caso a través de la imagen:
Cómo me alegró que esta
fotografía, tomada a más de 4300 metros de altura en los Andes peruanos,
gustara tanto. Hay que imaginar la altura a la que llegan las montañas
retratadas aquella primavera en el hemisferio sur. Y esa alegría proviene de
que la hice en uno de los viajes más espectaculares, íntimos, sorprendentes, y
me atrevería a decir que gloriosos, de los que he realizado en mi vida. Un
recorrido por el noroeste de Bolivia y el sudeste de Perú que me desveló una
vez más, esa vez con una intensidad inusitada, la artificialidad de las
fronteras tanto en lo que pretenden separar como en lo que pretenden unir. Fue
un caminar y un utilizar coche, tren, avión, autobús y barco que dimensionó un pequeño
territorio que parecía contener uno de los posibles orígenes del mundo y una
actualidad tan dura como vital, tan llena de esperanza como imposible de
profetizar su futuro, tan arrolladora en su paz como bullente en su
transcurrir, tan alejada de lo que se considera que es el tiempo en
Europa y Norteamérica como tan llena de una historia irrepetible y cargada de
serenidad. Algo, todo ello, simbolizado en el lago Titicaca, una maravilla
natural y humana que pertenece a dos países sin dejar de ser uno y de ofrendar
una diversidad y unas posibilidades abrumadoramente increíbles. Hacia el gran
lago del silencio me dirigía desde Cuzco cuando paré para hacer esa foto.
Paseando por una
extraordinaria y lluviosa Toledo primaveral cruza uno una de sus calles y ve, a
lo lejos, la escena que plasma la foto. El fotógrafo desanda sus pasos
intentando superar el respeto y el pudor que le provoca hacer una fotografía
sin permiso de sus protagonistas. El resultado es la plasmación de ese paseo
bajo la lluvia de unas mujeres cuya apariencia es casi intemporal aunque sean
nuestras contemporáneas.
Tras recorrer las
empedradas calles de Tuy contemplando la severa hermosura de sus casas, cuestas
e iglesias, desciende uno hasta la orilla del río Miño para dirigir sus pasos
hacia Valença, en la orilla portuguesa, no menos hermosa y sugerente. El paseo
ajardinado junto al río es excepcional en un agradable inicio del otoño y, de
esa manera, llega uno hasta el puente internacional que cruza el río que separa
dos países desde hace ciento treinta años. La fotografía está hecha en el
extremo portugués del puente y quiere reflejar aquel siglo, el XIX, en el que
todavía se desconocía que el progreso técnico no es en sí mismo ni continuo ni
igualitario, ni conseguiría conducir en un futuro a una mejora generalizada de
las condiciones de vida de todos los habitantes del mundo.
Las casas museo suelen
tener unas características muy especiales. Podemos disfrutar de la obra del
artista que allí vivió en el contexto que él mismo utilizó para elaborar sus
creaciones y para ejercer su vitalidad, de la que extrajo todo eso indefinible
que nos regala su obra y que solemos denominar arte. La casa de Sorolla en
Madrid supone todo un recorrido por el arte y la vida de un artista que hoy no
podría ser quien fue. Su casa permanece como testigo de otras vidas que fueron
posibles e, incluso, parece regalar al fotógrafo una luminosidad tan única que
se empareja con la que reflejan las obras del artista que quiso construir ese
rincón madrileño, el que hoy es un oasis de otro tiempo en el desierto de la
aglomeración urbana actual.
En una ciudad que quizá
obliga, con su excepcionalidad y vitalidad, a ser considerada mágica, es
difícil que el cielo tenga una presencia clara junto a la intervención humana
que supone su laberíntica existencia. En Marrakech los caprichos del urbanismo,
la historia y la curiosidad del fotógrafo permiten aislar esa pareja
definitoria de la ciudad, la palmera y el minarete, como si no estuviera
imbricada en un enjambre de calles que seducen tanto como impresionan, que
ofrecen una vida muy particular mientras exigen la participación del visitante
en ella. En la fotografía el cielo parece apartarse para dar cabida a lo que
naturaleza y actividad humana supieron combinar en aquel rincón africano de una
forma que, aún hoy en que la mundialización parece acabar con cualquier
particularidad, permanece viva y aparenta resistirse al único camino global que
parece imponerse.
Coincido, las fotos son estupendas. Y las notas, muy ilustrativas. Un saludo y gracias.
ResponderEliminarEn el fondo conocer es conocernos.saber , entendendernos y a la par crecer a través de las innumerables dudas que nos salen al paso... Y seguir pensando
ResponderEliminarNo sé escoger una sola imagen porque pienso en todo lo que hay detrás y me fascinan, el momento, el llegar, la partida, el don de la casualidad...infinidad de cosas más
A veces para nosotros algo es íntimo y especial por el contexto en el que se da...[justo la foto que tomé antes de...mientras... La última, la primera.la...]
Pero saber que para otros muchos lo es sin que hayan vivido eso hace que la magia de compartir y conectar se renueve.
Yo respiro:
1.libertad
2.atemporalidad
3.tránsito
4.contemplar
5.crear
La 3 me fascina!
Mi abrazo Alfonso
Pablo, me encanta coincidir y que te acerques a mi casa.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Athenea, yo si que no puedo escoger ni una sola parte de ese comentario tan maravilloso que me dejas. Me quedo con todo lo que afirmas y sugieres. Y me alegra mucho tu elección y tus descripciones/alientos.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Son fotos muy interesantes y que, efectivamente, saben transmitir mucho sobre su imagen a la vez que comunican el sentir del fotógrafo...
ResponderEliminarEnorabuena, y gracias !
Muchas gracias, Mark. es un placer poder transmitir y comunicar con palabra e imagen.
ResponderEliminarGracias de nuevo y saludos.
Todas me gustan.
ResponderEliminarY como creo que te he dicho alguna vez, es porque no eres el turista fotógrafo que se dedica a fotografiar monumentos, sino que eres el fotógrafo que busca el arte al hacer la fotografía, buscas el alma y provocar las sensaciones del que la ve después. Eso no lo sabe hacer cualquiera... felicidades.
Y si encima acompañas tus fotos con tus palabras, ya es "lo más de los más".
Gracias y un abrazo.
Estrella, ya sabes lo que me alegra tu cercanía y que sepas apreciar esto que ofrezco con auténtica ilusión por comunicarme.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Felicitaciones por compartir con nosotros parte de tus viajes envidiables y esas magníficas fotos, además de ilustrarlas con textos. El maravilloso la comunicación, ya sea escrita, oral o gráfica como es éste caso. Un beso
ResponderEliminarDe todas las fotos publicadas, y que deduzco (o mejor, tu lo sugieres) te parecen buenas, veo que te gusta la simetría entre formas iguales y distintas, desde las montañas de la primera hasta la torre final. O eso me ha parecido a mí, o eso me has comunicado. Abrazoss, joven.
ResponderEliminarAgueda, muchas gracias por tus felicitaciones y por acercarte a compartir con intensidad. Eso no tiene precio.
ResponderEliminarGracias de nuevo y saludos.
Bueno, Blas, aunque es verdad que me gustan las elegidas, en realidad han sido las que más han gustado a los visitantes y eso quizá quiera decir que las simetrías también les dicen algo a ellos.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Hola:
ResponderEliminarPues lo que percibo de tus fotos, de la selección que haces es diversidad, pluralidad, una huida de la "homogeneización" (vaya palabrita). Y eso es lo que más me gusta de la selección, ese viaje por el mundo buscando cosas particulares de cada pequeño mundo que contiene.
Gracias por compartirlo. Saludos.
Gracias a ti, Celeste, por apreciar esa falta de "homogeneización". El cambio y la diferencia es lo que nos caracteriza, por mucho que se pretendan otros fines que no nos corresponden.
ResponderEliminarGracias de nuevo y saludos.
"El dialogo del maestro y del discipulo aparece como una de las relaciones mas privilegiadas.
ResponderEliminarGeorges Gusdorf.
Bonitas fotos, muy comunicativas y enriquecidas con tu texto.Las he disfrutado
Un saludo alfonso
Aurora, me alegra mucho tu participación en lo que ofrezco y he disfrutado mucho la cita que aportas.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Por orden de "importancia" y por el factor humano, la primera en preferencias para mi es la de las monjas. Tres mujeres de cualquier tiempo, subiendo una empinada cuesta de un callejón si principio ni fin aparente. Dice tantas cosas y podría ilustrar tantas que sería mi preferida.
ResponderEliminarLuego la casa de Sorolla por lo mismo. El toque humano de la "decoración" que vete a saber si la eligió el autor ó la criada. En cualquier caso, el contralúz si que lo has elegido tu y cuenta cosas de tu forma de ver ese interiorismo casi privado. Quizás en eso sea la que mas tiene de ti mismo, y eso la hace tan importante.
Por cierto recuerda a la gente que no es necesario molestar con flashazos y selfis en las casas museo.
Y quedan dos que chocan como trenes, aunque la tercera pone calma y orden. lo contrario precisamente de lo que se vive de noche en la famosa plaza de Marrakech.
Me refiero a la naturaleza inmensa y sobrecogedora tal cual la creó dios ó ella misma. Y el escandalo de piedra y heavy metal del puente y el auto.
Esta debi verla porque estuve, pero no, porque me hubierq impactado como a ti.
Como la montaña en su soledad. No me extraña que fueran dedicadas a los dioses. Las sensaciones son divinas.
Y para terminar, la última pero no necesariamente. Para mi es solo una buena combinacion de colores, formas y texturas de la naturaleza con una construcción humana.
En cima dedicada a Dos y dicen que copiando la Giralda.
Me encanta como compones trashumante. Y como lo cascas.
No siendo una selección de autor, es muy curiosa esa dispersión que abarca distintos géneros fotográficos (paisaje, calle, arquitectura, interior...)
ResponderEliminarLos comentarios denotan un sentido profundo de lo vivencial que acompaña a cada fotografía; es decir, que no son triviales instantáneas sino que tienen un mundo rico en emociones que las respalda. Enhorabuena.
Me gustaría pasarme a ver las otras ¿Donde las tienes? ¿En flicker?
(Carlos, disculpa, se me había pasado contestar tu comentario)
ResponderEliminarMe ha encantado tu comentario, tan lleno de matices como de humor. Captas muy bien cómo voy con la cñamara por la vida y por los viajes, intentando reflejar lo que se aparece ante mí y poniendo algo de mí mismo.
Gracias y saludos.
(Miguel, disculpa, se me había pasado contestar tu comentario)
ResponderEliminarSí, es cierto, que no siendo una seleción mía sea tan variopinta. Quizá también los amigos agradecen la variedad.
Y es verdad, y te agradezco que así lo señales, que intento participar de lo que llega al ojo y a la cámara y poner algo de mi mismo.
El resto puedes verlo en Google+.
Gracias y saludos.
Se te descubre el alma en cada fotografía, en cada línea con la que nos comentas tus experiencias de comunicador.. Te seguimos porque eres bueno en ello, sagaz, libre y porque relatas como los ángeles. A parte, un muy buen amigo. Gracias por todo..
ResponderEliminarTeo.
Te agradezco las maravillas que dices, amigo Teo. Un fuerte abrazo.
EliminarViendo tus fotografía experimento la emoción pendular y contradictoria del pudor por hacer las mías y el estímulo de seguir intentándolo. Gracias, maestro.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a ti, amigo Francisco, y un abrazo.
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