Viajar
a Estonia, y desde ese extremo de Europa acercarse a Rusia por tierra, supone
toda una experiencia, un enfrentamiento a una realidad compleja actual y un
acercamiento a una historia complicada de fronteras y cambios políticos, económicos,
culturales, lingüísticos y sociales.
Llegar
a cruzar la frontera, en su burocrática lentitud, que separa lo que hoy es el
límite de la Unión Europea con Rusia muestra algo que parece olvidado en el
interior de Europa: la separación artificial de tierras que parecen tener la
vocación de mantenerse unidas. Una vocación rota por la historia de los humanos
que las habitan.
En
el caso del río Narva y la ciudad del mismo nombre, que separan o unen a la
pequeña Estonia con la desbordante Rusia, se aprecia viendo las fortalezas
medievales rusa y danesa a ambos lados del río, que esa frontera siempre fue
lugar de enfrentamiento, como hoy es lugar de confrontación entre formas de
vida herederas de una convulsa historia.
Estonia
es un pequeño territorio que a lo largo de los siglos ha sido dominado por
daneses, alemanes, suecos y rusos y cuya independencia inicial se produjo en
1918. Una independencia perdida en 1940 debido al nazismo y la guerra y,
posteriormente, a la Rusia soviética. Una independencia recuperada con orgullo
en 1991 y fuertemente protegida y subrayada en el río y la ciudad de Narva.
La
naturaleza, a ambos lados del río, continúa sin entender nada de fronteras.
Pequeños fragmentos de bosques de coníferas se extienden en ambos países recordando
que estamos en los confines occidentales de ese bosque único en el mundo que es
la taiga siberiana y americana. Un bosque fragmentado continuamente por la
existencia de granjas que rompen el verdor profundo y veraniego de esa tierra
báltica y boreal.
Y
para terminar, un contraste con los problemas fronterizos. La imagen está
tomada a las once de la noche con luz natural en Tallin. Las noches blancas del
Báltico son uno de esos fenómenos naturales llenos de elegancia que se reparten
por el mundo y que parecen mostrarnos facetas de la belleza siempre por
descubrir.
Hay pasos que suponen un abismo emocional, y los abismos no necesariamente suponen algo mal+o
ResponderEliminarEn ellos nos descubrimos, reinventamos. En ellos somos conscientes de lo que nos hace mover el Alma y seguir luchando.
Mi abrazo
La madre que parió a las fronteras. Seguimos en la caverna y peleandonos en la linde estilo cavernícola. Es como medirse por el alcance de la pedrada.
ResponderEliminarMe recuera el cuento actual de los drones en el Catastro, cuando la que manda sigue siendo la "Vieja del visillo" jajaja. Lo del blanco nocturno, lo miraré mas despacio porque es curioso lo que puede dar de si en fotografía. Gracias.
Athenea, es una gran alegría el reencuentro.
ResponderEliminarSeguiremos luchando ante cualquier abismo, hay demasiados. Intentar cruzar los que se puede es una gran experiencia.
Gracias y saludos.
Así seguimos, Carlos. El mundo se complica y está muy bien comunicado pero seguimos con muchas de las viejas limitaciones.
ResponderEliminarY las noches blancas ofrecen una luz única.
Gracias y saludos.
Lo de las elegantes noches blancas será una forma de compensar los días negros?
ResponderEliminarVeo, con alegría, que ya comienzas a regalarnos con imágenes e historias de tu viaje. Gracias, Alfonso. Cordiales saludos.
Seguro que compensa, Miguel.
ResponderEliminarMe encanta que compartas los recuerdos y experiencias que traigo del Báltico.
Gracias y saludos.
Bueno, pues aqui estamos! Tu de los frios friisimos y yo de la pura marmita y la "PURA VIDA", que dicen los costarricenses. Y loes, al menos para algunos...
ResponderEliminarMuy acertadas esta reflexiones sobre espiritu de posesion y division de los humanos
No defienden los animales el suyo con sana?
No andamos muy lejos, solo que los instrumentos estan ya muy perfeccionados.
Tu muestranos esas maravillas que te has traido. Que gocemos de tanta belleza!
Un abrazo de bienvenida.
Igoa, abrazo de bienvenida y bien hallada para ti, después de mucho tiempo sin "verte" por estos lares.
ResponderEliminarMe parece que los animales con su fslta de instrumentos están más sanos que nosotros.
Espero gozar pronto con tus crónicas de la "puea vida".
Gracias y saludos.
Esta claro que las fronteras son humanas porque no es lo mismo que el territorio que establecen los los animales. Un abrazo. Buen viaje te has pegado.
ResponderEliminarSí, Blas, siempre los problemas territoriales que hemos tecnificado frente a los animales.
ResponderEliminarUn buen viaje, desde luego, que seguiré contando. Algún día me acercaré a "tu" Méjico.
Gracias y saludos.