Ha muerto el filósofo
Gustavo Bueno. Nos deja huérfanos de su pensamiento crítico. ¿Existe un
pensamiento que no sea crítico? ¿Deberíamos reivindicar un pensamiento sin
adjetivos? Quizá él lo hizo con su compromiso activo e intelectual con el
pensamiento y el mundo. La orfandad que nos deja su desaparición tiene el
brillo de la riqueza de su obra, desde sus severos y cercanos ensayos sobre lo
que se suele denominar nuestra realidad hasta su teoría del cierre categorial
que desarrolló durante toda su vida.
Traigo aquí un ejemplo,
escogido casi al azar, de su maestría discursiva y su ofrecimiento de análisis
razonado y fluido:
“Si la Historia se
define por el Pasado (por el Pretérito) y por un pasado cuyos
antecedentes, pero también sus consecuentes, puedan ser determinados con un
mínimo grado de «rigor científico», entonces parece que el presente debiera
quedar fuera, desde luego, del campo histórico, porque aún no es pretérito. Y,
sobre todo, porque aún no tiene consecuencias positivas, las que tendrán lugar
en el Porvenir.
Sin embargo, ese pasado
por el que se define la historia (y la Historia) tiene una realidad
fantasmagórica, porque no existe (tan sólo existió); o, si se prefiere, porque
no sabemos dónde podría existir ahora (¿en la mente de Dios? ¿en la mente de
los hombres, de su «memoria histórica»?). Si la Historia quiere aproximarse al
estado de una ciencia positiva, habrá que asignarle a su campo un estrato
fisicalista (corpóreo); lo que significa que la memoria, en la medida en que es
subjetiva, no puede ser el soporte de la Historia.
Esta es la razón por la
cual venimos diciendo que el Pasado existe en el Presente, pero no en cualquier
punto del presente, sino en aquellos dominios suyos que definimos como reliquias.
Y las reliquias, por sí mismas, tampoco se revelarían como la «presencia del
pasado» si no fuera porque algunos sujetos operatorios, mediante algún relato,
nos hubieran dado la clave de determinadas reliquias. Estos relatos sólo pueden
hacerlos los sujetos operatorios que viven en el presente; luego hay que
comenzar entendiendo al presente, no ya como una plataforma homogénea, sino
anómala, con por lo menos tres estratos de edad: los viejos, los adultos y los
jóvenes (incluyendo en éstos a los niños). Los relatos de los viejos pueden revelar
a los adultos y a los jóvenes el origen de las reliquias más antiguas.
Y es aquí en donde
podemos poner los fundamentos para la construcción de la idea de Pretérito
histórico, construcción que procede por la recurrencia retrospectiva, a través
de las reliquias, de otros antepasados nuestros.”
No me resisto a glosar
estos párrafos que nos acercan con una sutil y firme capacidad de análisis a
aquello tan difícil de definir que es el presente y a aquello que pueda ser
considerado herencia en ese momento tan ilusorio como real que es el actual, el
momento en que se desarrolla la vida de todos y cada uno de los humanos
mientras se escapa irremisiblemente.
En ellos se plantea con
contundencia la diferencia entre historia (lo sucedido y percibido) e Historia
(la ciencia que estudia los hechos del pasado) mientras se deslinda la propia
objetividad de la ciencia de la subjetividad del pensamiento individual.
Para terminar utiliza
genialmente un término, reliquia, convocando sus ecos religiosos para
transmutarlos hacia el campo del que trata y unir a través de él lo subjetivo
de lo recordado y lo objetivo de lo por analizar. Con ello fundamenta una idea,
siempre materialista, que deja un poso en el lector abriendo puertas a nuevos
caminos de reflexión y análisis, caminos tan necesarios para la supervivencia y
la vivencia de los humanos como lo es el propio pensamiento.
La muerte de alguien
que ha dedicado su vida con coherencia, esfuerzo y generosidad al tratamiento
del pensar deja un vacío enorme que hoy, en la edad de la trivialización,
aparenta ser muy difícil de ocupar.
Había leído de su muerte en alguna consulta periodística que había hecho desde estas tierras. No había captado la importancia de ese filósofo.
ResponderEliminarUn abrazo, tras...
Sí, Blas, cualquier persona que piense y opine con rigor es muy importante.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Entonces nosotros somos importantes.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarSí, señor, así es, aunque no nos conozca nadie. Pero vamos dejando nuestros granitos de arena.
EliminarPaisano y ejemplo
ResponderEliminarNos deja como legado y cuna esencias en forma de letra y ojalá modelo , en muchos aspectos, de convivencia
Un abrazo
Gracias, Athenea, por unirte al recordatorio y la admiración por este gran paisano tuyo.
ResponderEliminarGracias de nuevo y saludos.
No lo conocía, pero admiro a cualquiera que sea capaz de exponer una idea y desarrollarla de forma comprensible y fluida para que la entendamos los demás. Pero es que al día de hoy donde la filosofía no es ni maría en la enseñanza creo que es vital para nuestras entendederas que se hable de las ideas y las gentes que la hicieron posible. Gracias por la presentación Alfonso.
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