Una sala
oscura. Un cúmulo de espectadores. Un tren se acerca desde el fondo de una
pantalla hacia ellos. Algunos huyen despavoridos ante una apariencia que no
comprenden. Hace más de un siglo no se había producido todavía en el cine
(aunque sí en el teatro) el acuerdo ficcional con el espectador que permite un
desarrollo poético asumido como real y digerido como sueño.
Las historias
narradas que asumen y muestran como condición su propia ficción son las que aparentan más realismo gracias a una poética que sitúa
al espectador en una condición diferente a la de su cotidianidad, mas no
alejada de ella, transformada en la realidad que el arte es capaz de
proporcionar y que el espectador desea, sin saberlo, asumir.
Esos son los
extraordinarios mimbres de la película de Asghar Farhadi El Viajante. En ella
vivimos, en un contexto aparentemente extraño para un europeo, una realidad
social y personal iraní que se hace universal gracias a la sencilla y elaborada
magia de la película, que incluye la inmersión en la evolución o transformación
acelerada de una ciudad actual, en ese caso Teherán, perfectamente aplicable al
caos de cualquier otra ciudad (como he recreado en la imagen, tomada en
Madrid).
Los prejuicios
son los protagonistas, seguramente, de esa gran narración filmada, pero son
prejuicios, como ocurre en la referencia constante de la película (la obra
teatral Muerte de un Viajante, de Arthur Miller), inseparablemente unidos a las
sensaciones y las vivencias de los protagonistas, personajes que el espectador percibe
como personas de carne y hueso gracias a los actores y a la poética
transformada en imágenes que el director es capaz de poner en pie.
La honestidad
es una virtud compleja basada en la sencillez de estar en el mundo con
naturalidad. La honestidad poética de una narración, la que ofrece El Viajante,
nos llena a los espectadores del antiguo gozo del drama sentido como reflexión
y purificación en torno a nuestras vidas, tan enormemente insignificantes como
absolutamente apreciables.
"La honestidad es una virtud compleja basada en la sencillez de estar en el mundo con naturalidad"
ResponderEliminarLa naturalidad de sentir, de crear, de vibrar con cada detalle que nos hace ser espectadores de nuestras propias emociones para llegar a tomar conciencia de ellas ...
Mi abraz☆
Sí, amiga Athenea, la naturalidad de vivir y poder contarlo.
EliminarGracias y saludos.
No sabía nada de esta pelicula, pero lo que cuentas me suena. A lo mejor este éxodo de gente que sale disparada es por la necesidad de liberarse de esto que no terminan de asimilar. Las ciudades grises que nos atan porque tenemos el medio de vida.
ResponderEliminarSí, ahí estamos, amigo Carlos, atados por las ciudades a las que, además , amamos. La película es extraordinaria.
EliminarGracias y saludos.